El físico, el cuerpo, es uno de los aspectos sobre los que hacemos comentarios. Sobre todo ahora que llega el verano, sin pararnos mucho a pensar en lo que estamos diciendo y en la repercusión que puede tener. Los comentarios a los que me refiero, a priori pueden parecer inofensivos; “Qué blanquita estás”, “Qué morena te pones”, incluso aquellos que hacemos con la mejor de nuestras intenciones como “Qué guapa, estás más delgadita”.
No sabemos lo que hay detrás de la historia de vida de cada persona y por ello deberíamos pararnos a pensar las cosas que decimos sin más. Que no aportan nada y que además, pueden tener una repercusión enorme en la otra persona. Aquello que lanzamos disfrazado de halago “Te veo más delgado, que guapo”, puede tener un impacto muy negativo en la otra persona. Veamos por qué:
Imagina que no estás del todo a gusto con tu físico y eso te crea un malestar que te lleva a modificarlo haciendo. Por ejemplo, más deporte o limitándote con determinados aspectos como la comida. Así que te pones manos a la obra, haces deporte (puede ser más o menos del que es saludable) y te preocupas por lo que comes (puede ser de forma sana o no). Al cabo de un tiempo comienzas a ver resultados físicos y eso hace que te sientas algo mejor con tu cuerpo, por lo que sigues manteniendo esta rutina. Y es aquí, donde aparece alguien que nos suelta el ilustre comentario “Te veo más delgado, que guapo” y… PUM, todo aquello que pensábamos sobre nosotros y que no nos hacía ningún bien, se refuerza. Este comentario hace que pensemos que gracias a que estamos adelgazando somos más atractivos para los demás o estamos más guapos. Me gustaría recalcar ese “para los demás”; entramos en un bucle en el que vivimos para otros.
Dejando de lado lo que creemos, lo que nos gusta, lo que somos y, lo más importante. Dejamos de querernos y cuidarnos para agradar a alguien al que le damos igual o que suelta comentarios sin pensar solo por quedar bien. Y así es como ponemos nuestra vida en manos de un ilusorio que nos consume.
Esto no quiere decir que no hagamos cumplidos o resaltemos cosas buenas que vemos en los demás, pero sí que dejemos de hacerlo de los aspectos físicos que no aportan beneficio alguno y pueden tener el efecto contrario. Al hacerlo, podemos utilizar frases como “Qué sonrisa más bonita” o “Me gusta la energía que me transmites”.
Los motivos que nos llevan a querer cambiar nuestro físico y a no sentirnos bien con él son factores externos que vienen de comparaciones. De fantasías que nos venden a través de las redes sociales y de hacernos creer que el cuerpo perfecto es el que sale en las revistas con un sin fin de retoques. Estas comparaciones absurdas nos llevan a luchar por tener ese cuerpo “ideal” que no es real.
Muchas veces se relaciona tener uno de esos cuerpos ideales con tener buena salud, cuando la realidad es que el hecho de estar y sentirnos sanos no viene determinado por la talla que usamos. Sino por muchos otros factores como el ritmo de vida que llevamos, la genética que tenemos, los comportamientos saludables que llevemos a cabo e incluso el contexto en el que nos desarrollamos.
Una de las épocas del año que supone un mayor riesgo para caer en esta preocupación por nuestro físico es, evidentemente, el verano. Época en la que hay una mayor probabilidad de exponer nuestro cuerpo y en la que muchas personas aprovechan las redes sociales para lucir los suyos, que casualmente, son “ideales”. Sin embargo, tampoco sabemos lo que hay detrás de esa foto ni la postura que ha adoptado para salir de una manera determinada y disimular aquellas partes que no están como se suponen que deberían estar.
La mayoría de lo que vemos a través de nuestra pantalla está distorsionado o modificado. Lo mismo ocurre con la idea del cuerpo perfecto, es una distorsión que nos hace querer algo que no existe. Todos los cuerpos son perfectos y la mayoría de personas que conocemos y que no pierden su tiempo en enseñarselo a los demás, los tienen; más anchos, más delgados, con estrías o granos. El hecho de que no veamos estos cuerpos en las redes es por el valor y la admiración que le damos a los falsos ideales. Ya que si todos nos mostráramos tal y como somos, veríamos que lo ideal y lo perfecto no es lo que nos venden.
Otro de los aspectos preocupantes, aparte de la aceptación y de querernos a nosotros mismos. Relacionado con este tema, es cómo influye esto en nuestra salud. Cuando nos aceptamos y queremos, buscamos ese autocuidado en el que la salud es lo más importante, dejando en un segundo plano el hecho de perder peso. Cuando hablo de salud no solo me refiero física, sino también mental, emocional. Estamos priorizando y dejando que nuestra vida gire en torno a un número, un físico, en lugar de vivir. De disfrutar con nosotros mismos y con las personas que queremos haciendo lo que nos apasiona.
Si no estuviera esa preocupación o ese rechazo hacia tu cuerpo… ¿Cómo te sentirías hoy? ¿En qué invertirías tus días? ¿Qué aspectos de tu rutina cambiarías?
Dale respuestas a estas preguntas y ve poco a poco introduciendo modificaciones en tu día a día que te hagan sentir bien y que pongan el foco en aquello que va a ser saludable para tu vida. Con pequeñas dosis de autocuidado podemos ir reforzando y construyendo la vida realista, sana y plena que nos merecemos.
Aprender a aceptar nuestro cuerpo así como todas las diversidades de cuerpos que existen requiere sensibilización, información y trabajo. Así que, sé paciente y comprensivo contigo y con los demás, porque no conocemos la lucha interna que tiene cada uno.
Alba es psicóloga sanitaria y ha realizado un máster de migraciones internacionales, salud y bienestar, además de proyectos de cooperación en Senegal, con menores en riesgo de exclusión social así como talleres con refugiados e hijos víctimas de violencia de género. Trabaja como psicóloga en una ONG con niños y adolescentes en situación de vulnerabilidad dando un servicio de atención terapéutica y realizando actuaciones de sensibilización y asesoramiento para la prevención de la violencia y la promoción de la salud mental. Su misión es conseguir el bienestar de la persona, la promoción de una sociedad inclusiva e intercultural y el desarrollo integral de las personas más vulnerables.