El estado anímico depresivo es una de las condiciones mentales más comunes en todo el mundo. Estar inmersos en un ciclo de negatividad y apatía afecta a nuestra calidad de vida en todos los aspectos. Además, cuando se producen cambios significativos en nuestras vidas, tanto emocionales como físicos, pueden afectar a nuestro bienestar si no se hace una adecuada gestión de ello.
Las emociones negativas y el malestar emocional pueden ser paralizantes y, muchas veces, en vez de expresar tristeza o desesperanza, podemos sentir irritabilidad, falta de interés en actividades con las que antes disfrutábamos, problemas en el instituto/universidad o cambios en nuestros patrones de sueño y alimentación. Además, ya no es solo una cuestión de estado de ánimo, sino que puede afectar a la autoestima y a nuestras relaciones interpersonales. Se ve afectada la energía o la concentración, ya que el impacto de este estado se extiende mucho más allá de la mente, afectando física, emocional y socialmente.
En la sociedad actual, la presión por tener éxito, mantener relaciones exitosas y llevar un estilo de vida “perfecta” es constante; la mayoría de veces las redes sociales nos muestran una vida idílica poco realista que hace que aumenten los sentimientos de insuficiencia. Así, Instagram o Facebook, las expectativas externas ,la búsqueda incesante de la felicidad, pueden aumentar nuestra sensación de insatisfacción y sentir que los demás tienen una vida mejor que la nuestra.
Es esencial pararse y ser capaz de ver más allá, diferenciar la realidad de lo que nos quieren hacer ver. La gente hace una selección cuidadosa de contenido, comparte sus momentos más felices y exitosos a la vez que omite los momentos difíciles y esto puede generarnos comparaciones, ansiedad, sentimientos de que no encajamos o rechazo a la vida que tenemos.
Las personas buscamos validación constante y atención en línea, y esto refuerza la tendencia a mostrar una imagen positiva de nosotros. La edición y el filtrado de fotos también contribuyen a esta representación irreal, creando una brecha entre lo que se muestra en redes sociales y la realidad completa de la vida de las personas.
Las dificultades y los problemas van a ir apareciendo a lo largo de nuestra vida y podemos tomar dos caminos; o perdernos en ellos y dejar que nos ahoguen, o asumirlos y buscar las soluciones posibles para aprender y generar cambios que nos beneficien. La clave de todo esto es una actitud flexible y positiva.
Al igual que las preocupaciones son hábitos de la mente que podemos cambiar, muchas de las conductas que perpetúan estas sensaciones negativas también pueden modificarse. Vamos a ver algunos ejemplos muy comunes de comportamientos que tenemos que pueden mantenernos en este estado:
A veces, nos encontramos atrapados en bucles de pensamientos y emociones negativas, pero es importante tener presente que existen estrategias que podemos llevar a cabo para cambiar aquellas cosas que influyen y aumentan nuestro malestar.
Alba es psicóloga sanitaria y ha realizado un máster de migraciones internacionales, salud y bienestar, además de proyectos de cooperación en Senegal, con menores en riesgo de exclusión social así como talleres con refugiados e hijos víctimas de violencia de género. Trabaja como psicóloga en una ONG con niños y adolescentes en situación de vulnerabilidad dando un servicio de atención terapéutica y realizando actuaciones de sensibilización y asesoramiento para la prevención de la violencia y la promoción de la salud mental. Su misión es conseguir el bienestar de la persona, la promoción de una sociedad inclusiva e intercultural y el desarrollo integral de las personas más vulnerables.