La mayoría de las personas habrán experimentado en algún momento de sus vidas la falta de motivación, sea para hacer algo que uno sabe que debe hacer (a esto se le podría llamar la procrastinación), o para algo que uno realmente quiere hacer pero no encuentra la manera de dar el primer paso. ¿Qué es la motivación? ¿De dónde viene? ¿Por qué algunos la tienen y para otros es mucho más difícil encontrarla?
La motivación es una sensación interna, algo que sale de uno, tal vez del corazón, tal vez de la mente, o tal vez de una combinación de ambos. Teniendo en cuenta esta definición de qué es la motivación, sería poco realista esperar que la motivación nos la proporcionara otra persona – ese tipo de motivación podría ser interpretado más bien como inspiración-, lo cual tiene todas las características perfectas para conseguir que ésta genere una motivación interna. Pero en los momentos en los que no hay otra persona para inspirarnos, o cuando la motivación parece que se nos acaba, ¿cómo podemos encontrarla?
Simon Sinek, un orador experto en marketing y autor de temas de liderazgo y motivación propone, en su libro «Empieza con el Porqué», que todo comienza por la razón por la que queremos hacer cualquier cosa. Es imprescindible tener un motivo muy claro y además ese motivo debe tener un vínculo emocional; sin la parte emocional el porqué no tiene fuerza suficiente para resistir obstáculos como, por ejemplo, la procrastinación.
Hace unos años un bloguero llamado Tim Urban, hizo un Ted Talk sobre la procrastinación y los problemas que trae a la vidas de las personas. Su propuesta para solucionar este problema fue la de imaginar nuestra vida como un calendario, en la que cada semana de una vida de 90 años, por ejemplo, se representa con una cajita. Si fuéramos comprobando las cajitas y las cosas que tenemos que hacer, nos daríamos cuenta del poco tiempo que tenemos en realidad. Puede ser una buena técnica para superar la procrastinación y a la vez encontrar motivación.
Volviendo al porqué, si hay un objetivo claro y este tiene una emoción que le da más importancia, la motivación debería brotar de manera orgánica y casi sin esfuerzo. La clave de encontrar motivación es definir los objetivos y tener muy claro cuáles son los que más importancia tienen para el individuo. Saber hacer esto es toda una técnica y desafortunadamente no es algo presente en la mayoría de los sistemas educativos más allá de exámenes y notas. Por más que estas cosas proporcionen un avance en la vida, no dan un sentimiento ni una visión tangible del futuro a la mayoría de los adolescentes – son pocos los que realmente pueden ver su futuro con claridad.
La cuestión es ponerse en el lugar del estudiante, del hijo y del estudiante en vez de pedirles que se pongan en nuestro lugar – nosotros ya estuvimos donde están ellos ahora pero no al revés. ¿Cómo quieren que sean sus vidas? ¿Cómo quieren vivir? ¿Qué tipo de persona quieren ser? ¿Qué tipo de vida tendrán que hacer para ser felices? ¿Qué hay que hacer para llegar a esto y cuáles son los pasos? ¿Qué hábitos diarios hay que tener para realizar estos pasos? ¿Qué tipo de persona hay que ser ahora para poder llevar esto a cabo? Las únicas respuestas que valen son las de uno mismo porque estarán cargadas de emociones y por lo tanto de la motivación buscada.
La experiencia y las vivencias que tenemos nos ayudan a tener ideas más claras de lo que queremos ahora y más adelante en nuestra vida. Viajar al extranjero, conocer gente nueva, conocer otras culturas y formas de vivir y de ser, residir en otro país un tiempo, hacer un voluntariado en el extranjero, aprender otros idiomas, probar cosas nuevas y cosas desconocidas… todas estas cosas abren nuestra mente y nos proporcionan más posibilidades de identificar lo que queremos en la vida.
Según una terapeuta de prestigio mundial, Marisa Peer, la mente responde a las palabras que le decimos y las imágenes que formamos. Es decir, nuestras vidas se van formando según el diálogo interior que ocurre en la mente y las imágenes mentales en las que lo encuadremos. No importa cuánto meditemos, los pensamientos y ese diálogo siempre están constantemente influenciando cada decisión que tomamos a lo largo de cada día. Por desgracia existe a veces una tendencia a lanzar mensajes negativos a la mente y sin darse cuenta mucha gente se agrede a sí mismo con estos pensamientos, lo cual puede generar una falta de autoestima y miedos inventados que desembocan en la procrastinación y/o una falta de motivación – muchas veces parece mejor ni empezar algo por miedo de no poder cumplir con las expectativas de los demás o de uno mismo.
Si Marisa tiene razón (y está comprobado que es así), ¿por qué no formar imágenes potentes del futuro de los sueños y a partir de ahí trazar un plan de cómo conseguirlo?
Una técnica interesante que puede ayudar a formar la base de un futuro ideal es colgar imágenes de cosas que uno quiere en un lugar donde se vean todos los días ayudando a que éstas se queden impregnadas en la mente y acaben siendo las imágenes mentales normales para uno. Con un enfoque tan presente, la motivación siempre está ahí para ayudar a levantar el ánimo en momentos que se pierda siendo más fácil superar la procrastinación o levantarse de la cama más temprano o ir al gimnasio aunque no tengamos ganas – el objetivo está claro y además tenemos ese vínculo emocional personal mencionado antes.
Al fin y al cabo la motivación consiste en encontrar un motivo suficientemente significante que incite a la acción. Todos sabemos estar ocupados y hacer muchas cosas pero, ¿cuántas de esas cosas que hacemos todos los días tienen que ver con nuestra vida ideal o el futuro de nuestros sueños? ¿Cuáles son nuestros objetivos? ¿Está nuestra motivación cargada suficientemente de la emoción necesaria para pasar a la acción y conseguirlo?
Llevo casi 15 años trabajando en múltiples áreas del sector de la educación. Mi amplia experiencia con alumnos de todas las edades, padres, profesores e instituciones me ha dado conocimiento sobre la psicología humana y curiosidad sobre cómo ayudar a las personas a ser más felices.