Es muy probable que la ausencia o reducción del trabajo o clases, de las reuniones sociales o de los compromisos sociales durante la época de la pandemia nos haya puesto por primera vez en años en la disposición de tener tiempo libre.
Quizá esto nos haya permitido también pararnos a pensar y replantearnos si el acelerado ritmo de vida que llevábamos hasta esta abrupta interrupción era realmente deseable. Muchas personas se han visto últimamente en esta tesitura y, por ello, han surgido voces que han vuelto a traer los conceptos de slow life, slow living o vida slow. Estas hacen referencia a una forma de vivir el día a día de nuestras vidas de manera más pausada y consciente. Todo un planteamiento vital que nos permita tener una nueva perspectiva sobre los acontecimientos que ocurren en nuestra vida. Te contamos en este artículo sobre qué es slow life, cómo surge y 4 reglas esenciales que puede que ya estés llevando a cabo o quieras incorporar a tu vida.
Slow life significa literalmente “vida lenta”. El término engloba, más allá de una simple tendencia, toda una filosofía de vida, contemplando todo tipo de aplicaciones prácticas para bajar el ritmo en distintos ámbitos vitales: en las relaciones personales, en el trabajo, en el colegio, en el tiempo de ocio, en la alimentación, en la práctica del deporte, etc.
El planteamiento de base de movimiento slow life es que el ritmo de vida actual en Occidente es insostenible e insano. Esto se manifiesta en:
Todo esto nos impide disfrutar plenamente de nuestro tiempo en el sentido más profundo de la palabra: nos impide disfrutar de nuestra existencia.
No existe el orden en el mundo que nos rodea, debemos adaptarnos al caos
Kurt Vonnegut
El término surge por analogía con el movimiento slow food. Slow food es un concepto que hace referencia a hacer las cosas con la lentitud explícita del propio acto de alimentarse: poder tomarnos nuestro tiempo, saborear nuestros alimentos, detenernos para apreciar los aromas, colores y texturas de cada bocado… Tener, en definitiva, una experiencia más satisfactoria y plena, incompatible con cualquier tipo de prisas.
A lo largo de estos años, han surgido propuestas como el turismo slow, la slow fashion, las slow cities y la educación slow. Todas estas propuestas plantean formas alternativas de realizar estas actividades, desde un enfoque de ser conscientes y de disfrutar del momento. El acuñado del término suele atribuirse al periodista y escritor canadiense Carl Honoré, autor del libro Elogio de la lentitud (2004).
Desde julio de 2022 emprendí un viaje por diferentes regiones de España y Francia para poner en práctica la vida slow y poder observar todos los beneficios que podría tener en mi cuerpo y mente. Puedo decir que después de 3 meses me ayudó a bajar el ritmo de mi vida, tomar consciencia de todo lo que me rodeaba, estar más conectado con mi cuerpo y sentirme más vivo y al servicio en las relaciones con las personas que me acompañaban. Parte de este viaje también lo hice solo y cambió mi perspectiva sobre la soledad, el disfrute de uno mismo, los paseos largos o el deporte intenso. Me sentía lleno de vitalidad y plenitud.
Vamos a ver 4 pequeños consejos que podemos seguir para incorporar la filosofía slow:
El movimiento slow life tiene que ver con todo esto, con saber parar para poder apreciar los matices de la vida. También tiene que ver con no dejarse llevar por el acelerado ritmo de vida actual que nos impide apreciar aquello que realmente importante para cada uno.
La vida slow no es sinónimo de falta de actividad, no debe asociarse a una ociosidad perezosa. Ni siquiera se refiere únicamente a hacer lo mismo que hacemos normalmente, pero más despacio. De hecho, no he parado de aprender y hacer tantas cosas estos últimos meses… Tiene más que ver con tomar conciencia del ahora, de concentrar nuestra mente en lo que hacemos en cada momento.
La vida slow contempla también hacer actividades como la meditación, el yoga o el mindfulness. Estas prácticas nos ayudan a situar nuestro pensamiento en el momento presente y nos permiten relajar cuerpo y mente. Una buena rutina cada día o al menos 3 veces al día, puede ayudarte a establecer este nuevo hábito en tu vida. Lo puedes llevar a cabo por etapas y así hacer una o dos prácticas a la vez, pero no más. Al final lo importante es cómo y dónde lo haces, no tanto lo que haces.
La naturaleza lleva su propio ritmo, nos invita a la contemplación de su majestuosidad y nos ayuda a bajar el ritmo. Por ello, reservar tiempo para disfrutar de la naturaleza es fundamental para una vida más sosegada y llena de beneficios, échale un vistazo a este artículo.
Cada vez es más difícil conectar con las personas que nos rodean y con la comunidad en la que desarrollamos nuestro día a día. Valorar estas relaciones, facilitar los momentos de encuentro y velar porque los impactos de nuestra vida en el resto de la comunidad sean positivos son otro punto muy importante a tener en cuenta para una slow life. La comunicación y la escucha son pilares fundamentales para la vida sosegada.
Los ruidos estridentes, los volúmenes demasiado elevados, el ruido constante… todas estas cosas nos ponen más nerviosos y nos incitan a ir más rápido. En una vida slow, el silencio es un bien preciado. Disfrutar de músicas suaves de cadencias lentas nos ayudará a bajar nuestro propio ritmo de respiración y nuestras pulsaciones. Silenciar las notificaciones de las aplicaciones que no sean fundamentales en nuestro móvil o configurar tonos de llamada o alarmas más suaves también nos ayudará.
En el próximo artículo veremos cómo la slow life puede afectar a la sociedad y la regeneración de las nuevas culturas.
Se presenta como nómada, con diez años de experiencia explorando comunidades donde el desarrollo personal, comunitario, ecológico y artístico son los ejes principales. Ha trabajado en países como España, Rumania, Italia y Alemania y actualmente vive y viaja en su furgoneta “Samsara” co-diseñando proyectos regenerativos y residencias artísticas para zonas rurales, organizaciones y ecoaldeas. Todo lo que hace está ligado a su propósito: “conectar a la gente consigo misma, con las demás y con la naturaleza a través de la experiencia de comunidad”.