En este artículo te voy a dar algunos consejos para desarrollar tu inteligencia emocional y que te puedan servir en las decisiones de tu futuro.Como hemos visto en el artículo anterior Por qué desarrollar tu inteligencia emocional I la inteligencia emocional es fundamental para llevar una vida plena y saludable, y construir relaciones de calidad con quienes te rodean, así como para tomar decisiones coherentes con tus metas y vivir la vida que quieres vivir.
La inteligencia emocional se puede adquirir mediante el aprendizaje emocional. Este proceso de aprendizaje tiene como objetivo adquirir “el conjunto de conocimientos, habilidades, habilidades y actitudes necesarios para comprender, expresar y regular adecuadamente los fenómenos emocionales” (Bisquerra y Pérez, 2007).
Para desarrollar la inteligencia emocional, ante todo, es fundamental trabajar nuestra capacidad para percibir, describir y expresar nuestros estados afectivos y los de los demás. Identificar nuestras emociones ayuda a orientar nuestros pensamientos y comportamientos para motivarnos y establecer y alcanzar metas en la vida.
Vamos a empezar con 4 sencillos pasos, pero deberás comprometerte a practicar para que puedas integrarlo y te salga de manera automática.
Muchas veces no somos capaces de expresar nuestros sentimientos con palabras o etiquetamos nuestras emociones de una manera muy básica, por ejemplo diciendo «estoy bien» o «no estoy bien». No obstante, podríamos ser más precisos simplemente esforzándonos un poco más, por ejemplo, «me siento sorprendido», «estoy decepcionado», «me noto liberado»… Los objetivos en este punto deben ser reconocer tus emociones y saber qué significan, además de comprender estas emociones, distinguirlas y aprender cómo evolucionan.
Escribir sobre nuestras emociones y reflexionar sobre sus orígenes y consecuencias conduce a una mejor comprensión de nuestra inteligencia emocional.
Puedes probar a tener un diario emocional, donde vayas apuntando aquello que sientas diariamente, de esta manera podrás reconocer de manera más sencilla cuáles son esas emociones más predominantes en tu vida y explorar algunas nuevas.
Para ser más consciente de cómo regulas tus emociones, puedes escribir lo que haces y lo que piensas cuando te encuentras en un determinado estado. Por ejemplo, puedes comenzar analizando cómo reaccionas al miedo, luego a la tristeza y finalmente al enojo. Para facilitar la tarea, imagínate y visualízate en esa situación y presta atención a lo que piensas, lo que haces y si intentas o no evitar tus sentimientos.
Puedes hacer el mismo ejercicio, pero describiendo tu reacción a una experiencia agradable, por ejemplo, algún comentario positivo que hayas recibido.
La actividad más común para practicar este aspecto de la inteligencia emocional es ayudarnos de los demás para practicar. Cuando vayas a visitar a un familiar o cuando estés con un grupo de amigos prueba a identificar las emociones que puedes estar sintiendo. Incluso, si te atreves, pregúntale a algún amigo de más confianza qué está sintiendo y comprueba si has acertado o no. Tienes que tener en cuenta que cada uno tiene una reacción diferente a las emociones, incluso en la forma de expresarlas y gestionarlas, por lo que no se trata de jugar a ser adivino e ir analizando a la gente por ahí. Se trata de entrenar a través del otro la identificación de ciertas emociones más básicas y saber darte cuenta cuando pueden estar sintiendo algunas emociones.
Se trata de saber observar en qué parte de tu cuerpo sientes las emociones. Es sencillo, cuando estés sintiendo tristeza, alegría, euforia o asco, párate unos segundos y siente tu cuerpo. ¿Qué parte de tu cuerpo sientes con más intensidad? ¿la cabeza?, ¿la espalda?, ¿el cuello? Puede que al principio te resulte un poco complicado si no estás habituado, pero trata de hacerlo diariamente, sobre todo con aquellas que sientes con más intensidad. Tu cuerpo es el espacio donde las emociones se mueven, por lo que es el mejor instrumento para poder reconocerlas y gestionarlas. En los próximos artículos veremos cómo desbloquear y regular algunas emociones a través de movimientos corporales.
Se presenta como nómada, con diez años de experiencia explorando comunidades donde el desarrollo personal, comunitario, ecológico y artístico son los ejes principales. Ha trabajado en países como España, Rumania, Italia y Alemania y actualmente vive y viaja en su furgoneta “Samsara” co-diseñando proyectos regenerativos y residencias artísticas para zonas rurales, organizaciones y ecoaldeas. Todo lo que hace está ligado a su propósito: “conectar a la gente consigo misma, con las demás y con la naturaleza a través de la experiencia de comunidad”.