Es normal que necesitemos recibir amor… Los seres humanos tenemos hambre, sed, necesidad de conexión con otras personas y necesidad de pertenencia a un grupo. Y todas estas necesidades son más parecidas entre sí de lo que pensamos.
No todas las personas expresamos el amor de igual forma. La teoría de “Los 5 lenguajes del amor” que desarrolla Gary Chapman en su libro homónimo me pareció muy interesante y hoy os traigo una reflexión basada en esta teoría, limones. Os recomiendo este artículo para entrar en contexto.
En este artículo sobre responsabilidad en las relaciones, ya habíamos utilizado la metáfora de las cuatro especies de animales para hablar de los fallos de comunicación que se pueden dar entre las personas. El lenguaje es nuestro modo de comunicarnos. Cuando no hablamos el mismo idioma, la información se puede perder por el camino y los esfuerzos de la otra persona por hacerme sentir querida, no llegan a mí.
He conocido personas para las que el contacto físico es muy importante y, cuando sus amistades o su pareja no les dan muestras de cariño (abrazos, por ejemplo), pueden sentirse descuidadas y poco valiosas, aunque muestren ese amor de otras formas.
También podría ocurrir que necesitemos que nos reconozcan aquello que conseguimos, que nos feliciten y nos dediquen palabras de alegría y admiración para sentirnos queridas. Si nos relacionamos con personas de pocas palabras quizá este tipo de reconocimiento no llegue de su parte y podemos sentirnos descuidadas, pero ¿y si estas personas nos están organizando una celebración, comprando un regalito u ofreciéndose a hacernos cualquier tipo de favor con toda su entrega y cariño?
En la vida nos topamos con muchas personas diversas y puede que su manera de dar sea diferente a mi manera de dar. Y puede que me piense que la otra persona no me está queriendo porque no tiene los mismos gestos conmigo que tengo yo con ella.
Que a otras personas les salga natural expresar el amor de un modo diferente al mío, no significa que no pueda expresar mis necesidades y demandar cierta adaptación si queremos llegar a un entendimiento. Por ejemplo, podríamos comunicar «me encanta que hagas tantas cosas por mí y me tengas en cuenta en tus planes, me he dado cuenta de que es tu forma de demostrar que me quieres y lo valoro mucho, pero también me gustaría que me dijeses que me quieres con palabras porque para mí significa mucho» desde la asertividad. Puedes leer este artículo.
Si para la otra persona demostrarte amor del modo en el que más te gusta recibirlo no sobrepasa un límite suyo (sobre los límites hablamos aquí), podrá adaptarse y ¡alegría para todo el mundo! porque la relación irá mejor.
Rotundamente no. Es importante aquí poner los límites de los que hablaba. Pongo un ejemplo: a mí me duele que me griten. Por tanto, si en un arrebato de nervios o pasión me gritas «¡Es que me importas, ¡vale?», yo no voy a sentir que te importe lo más mínimo. No me vale que te alteres porque te importo y que por eso alzas la voz. Es importante, ante esta situación, hacértelo saber para que no se repita.
Otro ejemplo es que me resulta invasivo que controlen lo que hago, por lo que si quieres que te avise todo el rato de lo que estoy haciendo o te atreves a revisarme el móvil… No me vale que sea porque te preocupas por mí, estás haciendo algo que no debes y con lo que no me siento cómoda… No es tu forma de amarme, es tu forma de hacerme daño. No estás pensando en mí y en darme algo que me hará bien, sino en ti.
Gritar, controlar… ¡Esto no son lenguajes del amor, no nos confundamos! Son lenguajes que toman forma con la rabia y el miedo. Y recuerda que el amor no tiene que doler. Si me duele, ahí no es.
Demostrar que amamos tampoco es reproducir los patrones de las películas, con sus escenas romantiquísimas, casi inalcanzables. Sin olvidar sus escenas de celos y drama exacerbado, todo mitos del amor romántico. Aquí hablamos de este tema.
El ideal no es regalar flores ni hacer grandes viajes, ni besarnos en cada esquina porque no podemos contenernos las ganas. No tiene por qué gustarnos esto. El ideal es interesarnos, preguntarnos, escucharnos, decirnos claramente qué nos gusta y qué no.
Además, la representación central del amor en las películas es el de pareja, pero en todas las relaciones es importante cuidar nuestro lenguaje. Aquí puedes leer sobre otros tipos de amor.
Desgraciadamente es común querer mal porque no nos han enseñado a querer bien y tenemos referentes peliculeros, dramáticos y casi cómicos que se hacen daño entre sí. Lenguajes del amor equivocados, es decir, lenguajes del miedo, de la ausencia de amor, nos pueden hacer sentir como no merecedores de ser amados y amadas.
Mendigamos amor lamiéndolo de los bordes de los cuchillos porque no estamos acostumbradas y acostumbrados a recibirlo a cucharadas. Permitimos actitudes que no son permisibles, actitudes pasivas, exigentes, violentas… Podemos llegar a descuidarnos a nosotras y nosotros mismos por recibir afecto y aprobación. Nos esforzamos hasta el desgaste.
Pero no somos culpables de esto porque, como decía, el amor es una necesidad básica y es normal que hagas cualquier cosa por comer cuando te mueres de hambre.
En muchas ocasiones estas heridas vienen de nuestro pasado, de la infancia. Hay hogares en los que se niega el afecto por creencias de tipo “si eres una persona blanda, te harán daño”, “prepararte para el mundo es hacerte ver que no encajas en él”… No podemos juzgar a las personas por sus creencias, ni negar que nos quieren cuando así es, aunque no sepan querernos bien… Pero es importante identificar estas heridas de cuchillos para empezar a sanarlas y para empezar a dar y aceptar el amor solo cuando hace bien y se reparte a cucharadas.
¡Amor del bueno!
Psicóloga y acompañante de personas en situación de vulnerabilidad: experiencia con menores en riesgo de exclusión social, migraciones, diversidad funcional y colectivo LGBTIQA+. Amante de todas las formas de vida, su misión es crear espacios sostenibles. Cooperante y gestora en proyectos de agroecología y protección animal. Escritora y fotógrafa en búsqueda de aprendizajes. “Cualquier momento es bueno para la ternura”.