Profe, ¿para qué nos sirve estudiar matemáticas? Esta siempre fue una de las preguntas más complejas de responder para un maestro. Puede tener muchas respuestas; algunas de ellas evidentes y otras que no lo son tanto. Nos ocuparemos de las que se encuentran en el segundo grupo, al ser las más relevantes para la gran mayoría de las personas, independientemente de su profesión.
Antes de comenzar a describir algunos de estos beneficios menos obvios, nos gustaría que, mientras lees, tengas en mente un profesor hábil, que da tiempo a sus alumnos para que exploren los conceptos, tanto individualmente como en grupo. Es decir, que asumiremos que estamos hablando del estudio de las matemáticas en un entorno favorable. De no ser así, poca justicia podríamos hacerle a esta materia.
Parafraseando a Aristóteles: “La marca distintiva de una mente bien educada, es que puede considerar una idea sin tener que aceptarla o rechazarla.” Cuando un alumno comparte una opinión sobre cómo se puede interpretar o resolver un problema, su compañero podrá practicar este arte del que habla el filósofo. A medida que discuten los méritos de éste o aquel método, aprenden a escucharse el uno al otro y a entrar en desacuerdos de manera productiva. Esta cualidad tiene valor cuando uno forma parte de un equipo creativo para la resolución de problemas.
Al existir una respuesta correcta, pero métodos diversos, es posible que se den cuenta de que es más bello conectar y comprender una variedad de métodos, que el breve placer de conseguir la respuesta para así pasar al siguiente problema cuanto antes. En otras palabras, nos referimos a aquello que decía Ralph Waldo Emerson de que “era el trayecto, y no el destino, lo que importaba”. En esta moderna sociedad de expectativas, búsqueda de placer inmediato, de estímulo seriado y compulsivo, pensamos que en las matemáticas bien practicadas puede hallarse un antídoto a nuestra obsesión por obtener resultados inmediatos y querer pasar al siguiente estímulo cuanto antes.
Seguro que todos conocemos a personas que, para contarnos una pequeña anécdota, recorren todas las ramas, hojas y e incluso las raíces de la historia en cuestión, y a veces nos agotan con tanto detalle. En las matemáticas, se practica el arte de la síntesis. La habilidad de articular ideas de manera eficiente es de agradecer para la mente del receptor, especialmente si trata de seguir un argumento de muchos pasos.
Otra cualidad admirable en la comunicación, consiste en poder expresar una misma idea en tipos de simbología diferente: con palabras, con varios tipos de álgebra, con un diagrama, o con un gráfico. Decía Richard Feynman que “si no logras comunicar una idea de manera que hasta tu abuela es capaz de entenderla, no la has captado”. La versatilidad a la hora de expresar una idea nos hace pensadores más creativos y mejores comunicadores.
A menudo, ocurre en clase que un estudiante llega a comprender una explicación antes que su compañero. Aquí se pueden dar varias dinámicas interesantes para el desarrollo personal de ambos estudiantes. Al darse cuenta de que su vecino de clase está confuso, tendrá la oportunidad de ejercitar su empatía para ayudarlo, tratando de localizar la naturaleza de su confusión como lo haría un profesor.
A muchos alumnos les cuesta pedir ayuda o admitir sus propios errores por inseguridad. El sentirse capaz de solicitar ayuda, nos desarrolla la humildad, al comprender que siempre hay alguien que sabe más que nosotros sobre algún tema en particular.
De esta humildad, nace también el valor y la osadía de poder aventurarse en la incertidumbre. Si admitimos nuestros errores, no nos aterrorizará tomar riesgos a la hora de proponer ideas.
Como sabe el lector, la felicidad de ver que una persona ha comprendido lo que le hemos explicado es una hermosa recompensa en sí misma. El sentir esta emoción como resultado de ejercer nuestra propia empatía, nos motiva para seguir practicándola. Es cierto que esta oportunidad se da también en otras materias, pero lo bueno de las matemáticas es que es fácil percibir cuando alguien tiene ese momento de ¡Ajá! en el que aparece la comprensión.
El sentirnos capaces de ayudar al prójimo nos mejora la autoestima.
En las matemáticas existen ideas tan inusuales que retan nuestra creatividad y capacidad de visualización al intentar representarlas en nuestra mente. Hay muchos conceptos que se pueden comprender sacando una especie de fotografía mental de una idea, y que abarcamos sin mucha dificultad. Pero hay otros que no funcionan así. ¿Cómo se le saca una foto mental al concepto de que existen varios tipos de infinito? ¿Cómo se visualiza un cambio infinitesimal? ¿Cómo se visualiza un número de más de tres dimensiones espaciales? ¿Cómo se le ocurrieron a su inventor los números imaginarios?
Hay ideas que se pueden comprender racionalmente, como el teorema de Pitágoras, pero que hay otras que solo se pueden intuir, imaginar, incluso sentir, aunque sigan siendo conceptos matemáticos. Es bello darse cuenta de que la razón, la imaginación y la emoción pueden colaborar para producir una comprensión más profunda de aquello que deseamos explorar.
¡Y este interesante artículo continúa aquí!
Guillermo Machado es un educador con inquietudes holísticas, que ha tenido oportunidad de ejercer en más de diez países como parte de su trayectoria profesional. Graduado en Físicas por la universidad de Oxford y luego habiéndose especializado en educación en Nottingham, su interés actual radica en la pedagogía basada en el desarrollo de proyectos, y en cómo fomentar el desarrollo emocional de los alumnos de forma integrada con su formación académica.
Utilizamos cookies para darte la mejor experiencia en nuestra web. Puedes informarte más sobre qué cookies estamos utilizando o desactivarlas en preferencias.
