La educación es uno de los pilares fundamentales que influyen innegablemente en lo que somos, en la forma de construirnos y en nuestras creencias, a través de las cuales, nos relacionamos y nos movemos por el mundo. Todo ello tiene lugar dirigido por la sociedad a la que pertenecemos y fuera de la cual todas estas cosas que son tan básicas y “normales” cambian, dando un giro brutal para abrir paso a perspectivas diferentes, vistas desde unos ojos que miran la moneda desde el otro lado pero siendo igual de válidas.
Como seres sociales que somos, la interacción con el otro es algo que inevitablemente forma parte de nuestro día a día y de esa necesidad nace lo que hoy conocemos como “Redes Sociales (RRSS)”. Esto, como bien sabemos supone un gran avance para la interacción humana, para mantenernos conectados casi desde cualquier parte del mundo y en todo momento, pero hay que tener presentes los peligros y efectos que el uso de las mismas pueden tener, en especial, en una etapa vital en la que las RRSS se convierten en un medio principal para relacionarse y en la que cualquier estímulo puede ser determinante para el desarrollo de la adolescencia.
De esta manera, hay que tener en cuenta, el riesgo del uso de las redes sociales no está en la red social per se, sino en el uso que le damos. Es importante conocer las amenazas que podemos encontrarnos y las herramientas disponibles para prevenirlas. En nuestras manos está disminuir y evitar estos riesgos.
Una de las armas de doble filo que encontramos en el uso de las redes sociales, es la facilidad con la que se puede expresar, comunicar o emitir una opinión por el simple hecho de hacerlo a través de una pantalla, potenciando nuestra parte extrovertida y atreviéndonos a decir o hacer cosas que en una situación cara a cara no haríamos con tanta facilidad.
Por ello, es importante, no usar esta herramienta en detrimento de los demás, ni aprovechar esta facilidad para arremeter contra otras personas, dejando la educación y la responsabilidad social a un lado. En un uso responsable de las mismas, expresar opiniones y/o actuar desde la asertividad y el cuidado hacia el otro va a reducir el impacto negativo que estas tienen tanto en los demás como en uno mismo.
El uso de las RRSS favorece la creación de una identidad más ideal, que agrada y que es aceptada por los demás o por lo menos por aquellos colectivos con los que nos sentimos identificados. Es un espacio más o menos seguro que permite derribar ciertas barreras que, sin embargo, en una situación cara a cara nos frenaríamos o pensaríamos un poco más antes de actuar. Además, otro punto a favor de este instrumento, es el hecho de disponer de un buen margen de tiempo para pensar aquello que queremos transmitir. Esto nos da menos margen a la improvisación y por lo tanto, al poder arrepentirnos de haber dicho o hecho ciertas cosas. Esto nos permite mostrar nuestra cara más “bonita”, lo que más nos gusta y lo que queremos que los demás conozcan de nosotros.
Podemos hacer una comparativa con diferentes situaciones que vivimos en el día a día; no nos comportamos igual con nuestro grupo de amigos que en una tutoría con un profesor, en casa con nuestros padres o en el trabajo con nuestra jefa. Del mismo modo que no nos comportamos igual en WhatsApp que en Instagram o Facebook. Esto no significa que no seamos nosotros los que interactúan o una parte real que nos caracteriza.
Las redes sociales reflejan partes de nosotros, potenciando diferentes aspectos según la persona que haya detrás de ellas, por lo que corresponde la personalidad con la participación y el uso que hacemos de las mismas.
Así, esto puede ser una herramienta que nos descubra, nos muestre y sobre todo, nos demuestre que las barreras que nos impiden ser más “reales” en persona, son algo que creamos en nuestra cabeza y nos frenan o limitan a la hora de establecer contactos plenos con el otro. Por lo que si permitimos que estas actúen como un reforzador para mostrarnos y para ser nosotros, reales, espontáneos, sin barreras, en el “tú a tú”, estaremos haciendo un uso adecuado y constructivo de las redes sociales.
Las relaciones o el estar en contacto con los demás a través de nuestro teléfono móvil es algo que forma parte de nuestra rutina y por ende que va a marcar nuestro día a día, el tiempo que invertimos lo que hacemos o las actividades que realizamos.
En nuestra sociedad, es inevitable el uso de las mismas en cosas que realmente son prácticas; desde mandar un correo por trabajo hasta hablar con tu amigo para quedar con él a cierta hora. Sin embargo el hándicap viene cuando el uso de las mismas excede lo necesario y se vuelve necesidad, necesidad de recibir un mensaje, un like, o cualquier tipo de notificación que te mantenga enganchado al teléfono y de alguna manera te haga sentir mejor. Esto nos hace alejarnos de la realidad, de donde estamos, de lo que tenemos en frente, de quienes nos rodean, para quedar absorbidos por algo que nos da una descarga placer a corto plazo pero que desaparece cuando le damos al botón de bloquear.
Y es ahí donde surge la necesidad de volver a mirar, a comprobar, para volver a sentir ese efímero placer que nos conecta con lo virtual y nos aleja de lo real. Y aunque el uso de las mismas es inevitable, el tiempo que nos dedicamos a ellas no lo es tanto. Hacerlo de manera responsable está, literalmente, en nuestras manos. Por lo que, si decidimos romper con esa necesidad que nos han creado de recibir cualquier tipo de notificación en el móvil y conectamos de verdad con lo que estamos haciendo, donde lo estamos haciendo y con quien lo estamos haciendo, conseguiremos invertir nuestra energía en nosotros y no en un absurdo que nos consume.
Y tener, de esta manera, la capacidad de acercarnos a quien está lejos sin alejarnos de aquellos que tenemos al lado.
Se presenta como nómada, con diez años de experiencia explorando comunidades donde el desarrollo personal, comunitario, ecológico y artístico son los ejes principales. Ha trabajado en países como España, Rumania, Italia y Alemania y actualmente vive y viaja en su furgoneta “Samsara” co-diseñando proyectos regenerativos y residencias artísticas para zonas rurales, organizaciones y ecoaldeas. Todo lo que hace está ligado a su propósito: “conectar a la gente consigo misma, con las demás y con la naturaleza a través de la experiencia de comunidad”.