Estudiar un segundo idioma y complementarlo con una experiencia en el extranjero

Creo que, a estas alturas, está claro que estudiar un segundo idioma es fundamental. De hecho, diría incluso que estudiar un tercer idioma se ha convertido en algo importante y valorado. 

De las ventajas de estudiar un segundo idioma se ha hablado mucho. Hace algunos años, los nativos de habla inglesa no veían la necesidad de aprender otro idioma, pues se decían a sí mismos: “nosotros no necesitamos aprender otro idioma, ya hablamos inglés, el idioma más importante, el que todo el mundo quiere aprender, el idioma de los negocios, el que se habla en las mejores universidades del mundo”… Hoy día, afortunadamente, las cosas han evolucionado y ahora incluso los nativos de habla inglesa quieren aprender otros idiomas, pues se han dado cuenta de que no hablar ningún idioma aparte del materno denota estrechez de miras y una falta de querer comunicar, comprender y cultivar una relación con quienes nos rodean.

Para llegar a esto, comentarios como el de Bill Gates han aportado su granito de arena, pues que el fundador de Microsoft y uno de los mayores filántropos que existen en la actualidad diga sentirse “estúpido” por no saber ningún idioma aparte del inglés, yo creo que al menos da qué pensar al resto de personas que como él no hablan ningún otro idioma. 

Como profesora de lenguas extranjeras, trato de inculcarles a mis alumnos la importancia que tiene aprender un segundo idioma, o un tercero, e intento transmitirles las muchas e imperecederas ventajas, tanto personales como profesionales, de las que podrán beneficiarse. Por citar solo algunas, según un estudio de la Universidad de Chicago, las personas bilingües tienen una mejor capacidad para tomar decisiones y se sienten más seguras con las decisiones que toman. Otra ventaja bastante conocida es que, cuando aprendemos un segundo idioma, hacemos que mejore nuestra memoria, lo que a su vez contribuye a que aumente nuestra capacidad de negociación y comuniquemos más y mejor en los dos idiomas, tanto en el nuestro materno como en el que estamos aprendiendo. Aparte de todas estas estupendas, correctas y disciplinadas ventajas, hay otra que he descubierto recientemente y que me ha encantado y es que, según un estudio de la empresa Kaplan, ¡las personas bilingües son sexys! ☺ 

Pero dejando a un lado las virtudes de instruirnos en el aprendizaje de otro idioma, me gustaría destacar lo importante que es completar ese aprendizaje con una estancia en el extranjero. Y es que, si ser capaz de comunicar en otro idioma que no es el nuestro nos genera una satisfacción personal gratísima, tener la oportunidad de vivir en ese país durante un periodo de tiempo como si fuéramos de allí es una experiencia única. 

Da igual que sea Inglaterra, Canadá o Estados Unidos, un año académico en el extranjero nos “obliga” a salir de nuestra zona de confort, a convertirnos en habitantes de un país nuevo, emocionante, y conocer otra cultura, al mismo tiempo que cursamos asignaturas que no sería posible cursar en nuestro país, como por ejemplo Biotecnología, Nanotecnología o Música (jazz, blues, orquesta sinfónica, etc.), practicar nuevos deportes como el críquet, el rugby o el futbol americano, hacer amigos de otros países, con todo lo bueno que ello implica… pero sobre todo aprendemos a desenvolvernos por nosotros mismos, a conocernos mejor, conocer mejor lo que nos gusta y lo que no. Se nos ponen al alcance de la mano experiencias que nos ayudan a descubrir o desarrollar capacidades que quizás en nuestro país natal, en el contexto habitual en el que vivimos, no hubiéramos tenido la oportunidad de experimentar. Y yo creo que algo así, si se nos brinda la oportunidad, hay que aprovecharlo.