En las relaciones que establecemos con los demás es esencial reconocer y ser conscientes de donde están nuestros límites. Esto significa definir aquello que estamos dispuestos a aceptar, permitir y tolerar en nuestras relaciones y en nuestro entorno. Los límites van a variar en función de nuestras creencias, valores y necesidades. Por ello es primordial conocernos a nosotros mismos, para establecer límites personales saludables que guarden el bienestar emocional y autocuidado.
Algunos de estos límites, podrán ser flexibles, para que nos permitan estar abiertos a nuevas perspectivas que pueden ser beneficiosas. Otros, sin embargo, serán más rígidos, para mantener lejos todo aquello que nos crea malestar.
Aprender a decir “no” puede resultar complicado, especialmente si nos preocupa decepcionar a los demás o no sabemos encontrar las palabras adecuadas para comunicar nuestras necesidades.
Vamos a partir de una reflexión previa sobre nuestras necesidades e intereses personales. Para ello podemos diferenciar que comportamientos, interacciones y situaciones son aceptables o inaceptables para nosotros dentro de las relaciones que establecemos. Vamos a diferenciar distintos tipos de necesidades.
En las relaciones que establecemos con los demás, tenemos diferentes necesidades a nivel físico (abrazos, besos, caricias…), así como las relacionadas con el espacio personal. El respeto por esto es fundamental para el propio bienestar emocional y para el vínculo que establecemos. Nos ayuda a expresar amor, conexión o afecto en las relaciones.
Todo contacto físico que nos provoque incomodidad estaría sobrepasando nuestro límite. Es esencial la capacidad para comunicar si sentimos que están invadiendo nuestro espacio o si ese contacto no es deseado. De esta forma se fomentarán relaciones sanas en las que se respeten nuestros límites y preferencias. Las necesidades y el espacio que necesitamos cada uno varían de forma considerable de una persona a otra. Por ello es muy importante conocernos a nosotros mismos y establecer nuestros límites propios.
De la misma manera que es esencial establecer límites físicos en nuestras relaciones, también lo son los límites emocionales, fundamentales para construir relaciones profundas y significativas. Están relacionados con la expresión de nuestros sentimientos, y hasta dónde estamos dispuestos a compartir con los demás.
Es importante reconocer hasta qué punto nos sentimos cómodos expresando nuestras emociones y cuáles son los momentos idóneos para ello; también necesitaremos momentos personales para procesar cómo nos sentimos o qué necesitamos antes de compartirlo con los demás. Esto ayuda a mantener el respeto mutuo y evitar situaciones desagradables, protegiendo nuestros tiempos y espacios.
Las necesidades mentales se relacionan con nuestros pensamientos, opiniones o valores. Implica nuestra manera de relacionarnos con el mundo. Supone ser conscientes de nuestras creencias, fortaleciendo aquellas que aumentan nuestro bienestar.
Aquí los límites estarían relacionados con la cantidad de información personal que compartimos en nuestras conversaciones, así como la capacidad de mantener nuestras opiniones y creencias firmes frente a la influencia de los demás. Es importante diferenciar qué queremos compartir, expresando y manteniendo de forma firme nuestras creencias frente a la influencia de los demás; implica rechazar aquellas ideas o influencias que puedan ser perjudiciales o intenten manipularnos.
Estos límites también debemos aplicarlos a nosotros mismos, reconociendo aquellos pensamientos negativos que no son verdad y afectan a nuestro bienestar. Cuestionaremos esas distorsiones, rechazando su influencia y creando pensamientos más realistas.
La mayoría de días al despertarnos tenemos una rutina que seguimos de forma casi automática. Muchas veces es necesaria esa estructura para organizarnos y que nos dé tiempo a hacer todas las cosas que queremos en un día. Todo esto marcado por unos tiempos. Las personas también tenemos necesidades relacionadas con el tiempo que dedicamos a los demás, cuánto queremos invertir en nuestras relaciones.
Los límites temporales suponen delimitar nuestra disponibilidad de cara al resto, el tiempo que pasamos con ellos, así como las responsabilidades que asumimos dentro de esas relaciones.
Una manera de gestionar esto implica reconocer necesidades personales y establecer prioridades. Para ello podemos organizar nuestro tiempo, establecer nuestros intereses y buscar esos espacios para compartir con los demás sin descuidarnos a nosotros mismos ni a nuestras necesidades o intereses.
Llevar a cabo todas nuestras necesidades y límites supone la capacidad de rechazar o negar demandas externas. Tenemos que tener claro que al decir “no”, estamos cuidándonos a nosotros mismos y respetando nuestras necesidades y límites emocionales.
Muchas veces nos cuesta expresarnos con esa claridad ya que podemos sentirnos egoístas o insensibles. Podemos pensar que vamos a ser rechazados, juzgados o incluso que podemos herir los sentimientos de la otra persona. Es importante practicar la capacidad de comunicar nuestras necesidades, así como la escucha de las demandas de los demás para poder llegar a acuerdos en los que nos sintamos cómodos.
Cuando los límites personales están bien establecidos, las personas pueden encontrar un equilibrio saludable entre la conexión con los demás y separarse cuando sea necesario. Esto indica que somos capaces de relacionarnos de manera cercana y empática, pero también mantendremos nuestra propia autonomía. Significa crear y mantener relaciones sanas y positivas.
Aprender a decir “no” supone practicar el autocuidado, así como proteger y mantener un equilibrio y coherencia emocional.
Alba es psicóloga sanitaria y ha realizado un máster de migraciones internacionales, salud y bienestar, además de proyectos de cooperación en Senegal, con menores en riesgo de exclusión social así como talleres con refugiados e hijos víctimas de violencia de género. Trabaja como psicóloga en una ONG con niños y adolescentes en situación de vulnerabilidad dando un servicio de atención terapéutica y realizando actuaciones de sensibilización y asesoramiento para la prevención de la violencia y la promoción de la salud mental. Su misión es conseguir el bienestar de la persona, la promoción de una sociedad inclusiva e intercultural y el desarrollo integral de las personas más vulnerables.