¿Conoces las consecuencias de nuestra alimentación y nuestras “decisiones de consumo” (lo que compramos y dónde lo compramos) para la salud y el cambio climático? Los alimentos que proceden de un huerto ecológico son los más saludables y sostenibles. Al sistema de cultivo respetuoso con el planeta le llamamos agricultura ecológica o agroecología. El cuidado de un huerto es una experiencia de conexión con esta realidad y de convivencia con la naturaleza (y con otras personas si trabajamos en equipo) en un entorno positivo y seguro… ¡Vamos a por ello!
Además de que la comida puede ser un disfrute (no sé a ti, pero a mí me encanta comer), comemos porque necesitamos nutrirnos. Nuestro “estilo de vida”, que incluye la dieta que llevamos, afecta a nuestra salud de manera directa, y de manera indirecta porque afecta al medioambiente.
¿De dónde viene lo que como y qué procesos ha seguido hasta llegar a mi mesa? Los “sistemas alimentarios de consumo” son gran parte del problema climático, tienen un impacto grave para el medioambiente, pues lo más habitual es consumir productos de alimentación que gastan muchos recursos y recorren kilómetros y kilómetros. ¡Pero podemos actuar para reducir nuestra huella de carbono!
Si quieres ser responsable como persona consumidora, toma decisiones más sostenibles cuando hagas la compra, o sugiere en casa otras opciones. Que tu consumo no dependa de la publicidad y los medios de comunicación, que presionan a comprar productos poco saludables. Cuidar mi dieta es cuidarme y es cuidarnos.
Estos respetan rigurosamente el medio ambiente, fomentan el desarrollo rural, conservan los suelos y la biodiversidad de especies naturales.
Son naturales, no están procesados y están libres de contaminantes, fertilizantes y pesticidas químicos perjudiciales. Además, al no utilizar aditivos ni conservantes, tienen más sabor.
Las hortalizas conservan todas sus propiedades al crecer hasta su tamaño natural en el tiempo que necesitan para ello.
No todas las frutas y verduras siguen los mismos ciclos y se recolectan en el mismo momento del año. Por ejemplo, las fresas son de temporada de invierno y las cerezas de temporada de verano. Lo más sostenible es consumir de temporada, además de variedades locales (aquellas que crecen más sanas según el clima y suelo de la zona). Aquí puedes encontrar el calendario de frutas y verduras para elegir las propias de cada periodo.
No vienen de lejos, sino de las huertas o zonas rurales más cercanas, por lo que la huella de carbono es mucho menor. ¡Mejor colaborar con el huerto vecino, el mercado y la frutería del barrio!
El riego se plantea de forma eficiente para evitar un gasto excesivo de agua.
Incluye más alimentos de origen vegetal en tu dieta.
Esto es más saludable para ti y más respetuoso con el medioambiente, especialmente al reducir la carne, que es la industria con mayor emisión de gases de efecto invernadero.
Olvídate de los plásticos o embalajes innecesarios del supermercado… Además, puedes utilizar los residuos orgánicos para hacer compost.
Nos acostumbramos a comprar los mismos productos en el supermercado y no conocemos muchas de las hortalizas que se cultivan en las huertas y que tanto juego pueden dar a la hora de cocinar. ¡Llena tus platos de color! ¿Conoces la familia de las coles o Crucíferas? Repollos, berzas, lombardas, coliflores, coles de Bruselas…
Vivimos en una sociedad de prisa y estrés, de inmediatez. Ha aumentado el sedentarismo (da pereza salir y nos quedamos en el sofá viendo series) y nos hemos alejado de la tradicional dieta mediterránea (“no tenemos tiempo” para cortar verduras y nos compramos una lasaña de microondas). Esto ha llevado a un aumento preocupante de la obesidad.
Uno de los malos hábitos extendidos que la fomenta es el consumo masivo de productos ultraprocesados, fast food, comida precocinada y cargada de aditivos… Que no te confundan, una dieta saludable no se consigue sustituyendo unos productos con más azúcar por otros “light”.
Una alimentación basada en fruta y verdura garantiza una dieta más saludable y previene la diabetes, el sobrepeso y la obesidad, que aumentan el riesgo de sufrir muchas otras enfermedades. Sin olvidarnos de la importancia de combinarla con la actividad física y el deporte. ¡Esto alarga nuestra vida!, como leíste en el artículo previo sobre zonas azules.
Esto es más saludable para ti y más respetuoso con el medioambiente, especialmente al reducir la carne, que es la industria con mayor emisión de gases de efecto invernadero.
Si elegimos frutas que no vienen de lejos, ahorramos el coste en transporte y el precio final es más bajo.
Apoyar la agroecología es una forma de consumo consciente. Conviértete en una persona crítica que prioriza sus valores a la moda y la presión de la publicidad. Así asumes tu poder transformador en la sociedad, aportando tu granito de arena al cambio.
Si te implicas en el proceso agroecológico, conectas con lo real. Esto te lleva a entender que todo sigue unos tiempos y unos procesos, que a veces son lentos y eso los hace valiosos. Ejercitas el respeto a la naturaleza, el esfuerzo, la paciencia, el sentido de responsabilidad, la cooperación o apoyo mutuo, y el gusto por el trabajo bien hecho. Adquieres conocimientos y habilidades prácticas. Asumes que hay situaciones que no podemos controlar, como son las condiciones climáticas (sequías, nevadas…). Además, estando al aire libre, limpias tu mente y tus pulmones en beneficio de tu salud física y mental.
Observando el entorno, acabas por comprender mejor los ciclos de la naturaleza, y cómo afectan las condiciones ambientales a otros seres vivos. Esto puede ayudarte a comprender mejor cómo te afectan a ti… ¿Sabías que muchos agricultores se guían del ciclo lunar para elegir los tiempos de cultivo? La luna y las cosechas pueden estar estrechamente relacionadas (al igual que lo están con las mareas), incluso tus propias emociones pueden estarlo.
¡Tocar con tus manos la tierra húmeda es un placer!
Si vives en la ciudad y es difícil para ti desplazarte al campo, pero te atrae este mundillo, puedes informarte de los huertos urbanos que tienes cerca para echar una mano, plantearlo como actividad en tu colegio o instituto, o incluso, probar a crear el tuyo propio…
También te invito a explorar cuando viajes, a moverte, a campos o ciudades, porque repartidos por el mundo hay proyectos increíbles que están deseando conocerte.
La Pachamama nos está pidiendo un cambio urgente de pensamiento, una cultura de lo natural que fomenta la conexión con el huerto y basar nuestra alimentación en los productos de éste. Es nuestra obligación tomar consciencia del poder de nuestras pequeñas acciones. Esto nos prepara para un mundo complejo que nos invita a rendirnos ante el deseo y la publicidad, a no luchar por las “causas perdidas”.
Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo.
Eduardo Galeano
¡Nos vemos en las huertas!
Psicóloga y acompañante de personas en situación de vulnerabilidad: experiencia con menores en riesgo de exclusión social, migraciones, diversidad funcional y colectivo LGBTIQA+. Amante de todas las formas de vida, su misión es crear espacios sostenibles. Cooperante y gestora en proyectos de agroecología y protección animal. Escritora y fotógrafa en búsqueda de aprendizajes. “Cualquier momento es bueno para la ternura”.