¡Ay! ese verano eterno tan idealizado… Aunque el sol reluce más en el cielo durante la temporada estival, no es oro todo lo que reluce. El verano no tiene que ser siempre perfecto ni todos los veranos iguales para todo el mundo. No todo es alegría y diversión, ni siempre hay opción de hacer viajes impresionantes. Quizá la familia tiene que trabajar o estáis pasando por un bache económico o una enfermedad complicada. A veces, la convivencia es difícil porque transitamos todo tipo de emociones y puede acarrear diversos conflictos…
Hay infinidad de situaciones que puedes estar viviendo y que pueden hacer que tu verano tenga un matiz más gris que dorado o que pases un día gris mientras otras personas suben fotos de planes increíbles a redes sociales. Tranquilo, tranquila, porque esto es más normal de lo que crees.
Las vacaciones de verano están asociadas al ocio y la diversión, pero también hay una parte de la realidad invisibilizada: es un momento en el que especialmente adolescentes y jóvenes pueden sentir más aislamiento y soledad, con malestar emocional y/o incomodidad con su cuerpo y su forma de ser. Además, pueden abusar más de las tecnologías, lo cual alimenta el malestar emocional, haciendo difícil salir del ciclo. Échale un ojo a esta campaña que defiende la importancia de cuidar el bienestar emocional de la juventud en verano y ofrece un servicio gratuito de información y orientación: Cuidopía.
Insisto, son totalmente normales. Normales no significa que sea algo agradable de pasar y que no tengas todo el derecho del mundo a sentirte fatal cuando estás así. Significa que es algo común entre las personas que ocurra en algunos momentos. Las dejo por aquí por si te identificas y te sirve saber que no solo te pasa a ti:
¡Ojo! Si esto te ocurre tanto que sientes que no puedes soportarlo, quizá te vendría bien recurrir a alguien de confianza para comentarle cómo te sientes o solicitar ayuda especializada.
Hay situaciones en la vida que nos crean malestar y no podemos controlarlo. No obstante, podemos hacer pequeñas cosas en el día a día para aumentar los estímulos, actividades y sensaciones agradables y reducir el malestar y el exceso de uso de redes sociales que se convierte en un bucle del que es difícil salir.
No hace falta que planifiques tu día con exactitud, pero antes de dormir puedes hacer una lista de cosas que quieras hacer al día siguiente. Pueden ser actividades sencillas, por ejemplo:
Aunque cueste, te vendría genial incorporar algún tipo de ejercicio físico en tu rutina diaria. Algunas posibilidades:
Es muy motivante tener proyectos propios, dedicar tiempo a tus hobbies y aprovechar el tiempo libre para aprender algo nuevo que te motive, da igual lo que sea.
Asegúrate de tener momentos del día “libres de pantallas” para desconectar, por ejemplo, “dejaré el móvil en un cajón mientras leo”. Prueba a ponerte límites de tiempo de uso de redes sociales o juegos, por ejemplo, “jugaré una hora al día cuando haya acabado de hacer mi lista de tareas diarias”.
Organiza actividades regulares con tus amistades. Por ejemplo, puedes proponer fijar los “viernes de juegos de mesa y pizza”, quedar para ver los Juegos Olímpicos por la tarde o para comer pipas y charlar en un banco. Lo que os guste estará bien.
Puedes aprovechar para hacer cosas diferentes y contactar, por ejemplo, con un refugio de animales para sacar de paseo a algún perrito que lo necesite una mañana o una tarde a la semana. Seguro que agradecen que les eches una mano. Coméntaselo a tu familia a ver qué le parece.
Desahogarse sienta muy bien. Habla de cómo te sientes con alguien de confianza o busca ayuda profesional si lo necesitas.
Dedícate tiempo de calidad e intenta celebrar los pequeños logros de tu día haciendo planes especiales contigo, ya sea ir a por un helado porque te lo mereces, hacer una merienda que te encante o escribir en un “diario de gratitud” los momentos buenos del día.
Es muy positivo asumir responsabilidades en casa y sentir que contribuyes al bienestar familiar. Háblalo con la familia para asignarte tareas que te resulten nutritivas y que puedas asumir como regar las plantas, sacar de paseo al perro por la mañana, poner la cena al gato o preparar una comida especial de fin de semana.
Sí, sí, a veces no hace falta más que eso. En este artículo encontrarás las claves.
Espero que estos consejos te sirvan para equilibrar los días grises, que a veces son necesarios, pero sin que se conviertan en un verano oscuro en el que te sientas sin rumbo.
Nos leemos a la vuelta, pues, para mejor o peor, el verano se suele pasar volando.
Psicóloga y acompañante de personas en situación de vulnerabilidad: experiencia con menores en riesgo de exclusión social, migraciones, diversidad funcional y colectivo LGBTIQA+. Amante de todas las formas de vida, su misión es crear espacios sostenibles. Cooperante y gestora en proyectos de agroecología y protección animal. Escritora y fotógrafa en búsqueda de aprendizajes. “Cualquier momento es bueno para la ternura”.