Hay más sabiduría escuchando que hablando
Proverbio igbo
Viajar por África nunca te deja indiferente. A día de hoy, he visitado muchos países dentro del continente africano y cada experiencia es única e irrepetible. He estado en países de mayoría cristiana, musulmana o donde ambas religiones se reparten su profesión. Países que fueron antiguas colonias inglesas, francesas y portuguesas. Países catalogados desde occidente como “muy peligroso, no vayas”, como Burkina Faso o Nigeria, y países famosos por ser destinos turísticos, como Kenya.
Sin embargo, nunca seré capaz de dar respuesta a la repetida pregunta de: y de todos ellos, ¿cuál es tu favorito?
Como uno de mis periodistas favoritos, Xabier Aldekoa, dice en unos de sus libros: “África es un océano. Un lugar inabarcable y aparentemente homogéneo si se observa desde la superficie, pero diverso y extraordinario cuando nos sumergimos en su interior.”
Al final, es lo que tiene viajar, te deja sin palabras y, a su vez, te convierte en narrador de historias.
Como viajero, siento que tengo la responsabilidad de hablar de los sitios que visito, de la magia de los lugares, de la prosperidad y enseñanzas de sus comunidades. Como ya expliqué en un artículo anterior Viajar de forma responsable (parte I), un gran poder conlleva una gran responsabilidad. Los viajeros somos los encargados de contar las historias de las personas, de los lugares. Los éxitos y los fracasos. Las maravillas y también sus desafíos.
En palabras de una de las mejores autoras africanas y persona a la que admiro, la nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie : “Siempre he tenido la impresión de que es imposible conocer debidamente un lugar o a una persona sin conocer todas las historias de ese lugar o esa persona.”
Y sí, de Nigeria es de quien hablamos hoy. Déjame que te cuente lo que aprendí conviviendo con los “Igbos” (nombre que recibe una etnia de Nigeria del sureste del país cuya población o influencia ¡representa casi a un tercio del mismo!).
Es precioso y muy interesante cómo se conservan las tradiciones culturales en esta zona del país (la que he experimentado). La forma en la que reciben al extranjero, su hospitalidad y amabilidad y, sobre todo, cómo se aferran a sus rituales y normas sociales. La identidad cultural de los lugares es una forma de sentirse y ser parte de una comunidad. Somos quienes somos, pero también somos lo que vivimos y de dónde venimos.
Como ejemplo, fuimos a conocer al jefe de una empresa muy importante de la zona, que era a su vez jefe de su tribu, “igwe” en el idioma igbu. Antes de empezar la reunión, organizo un ritual de bienvenida desde su oficina, partiendo la nuez de cola (sagrada en su cultura) entre los asistentes tras unos cánticos y oraciones de su religión local. Además, nos repartió dinero a los asistentes, simbolizando su poder y a su vez compartiendo sus riquezas con el visitante. En la tradición igbo, cuando otro jefe de tribu te visita, le acoges con los brazos abiertos, le dejas entrar en tu casa e incluso compartes con él parte de tus riquezas, a modo de generosidad y vínculo.
Es de admirar la forma que tienen los igbos de relacionarse con su familia y su comunidad. El innegable apego a su tierra de origen, del que derivan su identidad y el sentido de sus propósitos.
En palabras de un autor igbo, Pita Nwanna: «En nuestra parte de África, es casi una obligación que un hombre no abandone su patria. Un hombre puede vivir en tierra extraña, pero independientemente de cómo sea aceptado y de cuánto éxito alcance en los negocios o en las relaciones sociales, así como del aprecio que sientan por él aquellos con quienes viva, habrá siempre actitudes o cosas que le recordarán, de cuando en cuando, que es un extraño y que debe estar siempre dispuesto a volver a su tierra nativa»
Pese a los grandes desafíos que tiene el país y la gran batalla que tiene la nación contra sus representantes políticos y su corrupción, es espectacular como la población nigeriana asume la responsabilidad y lucha por el cambio. En las calles, se respiran ganas, fuerza, compromiso y, sobre todo, unidad. Nigeria es de sus habitantes y es muy bonito ver como ellos se empoderan y se hacen protagonistas de su propio desarrollo.
Como siempre tras mis viajes por el continente africano, las lecciones de vida en cuanto a convivencia y respeto con lo nuevo, lo desconocido o lo a priori diferente, son dignos de respeto y admiración.
En Nigeria conviven muchísimas culturas, religiones y lenguas. Los nigerianos se caracterizan por su heterogeneidad, por su riqueza multicultural en cualquier parte del país. Son gente de mundo, y su vez, gente enraizada a su tierra y su cultura. Personas que se dejan conocer y que a su vez preguntan y observan curiosos para aprender y descubrir, y que acompañan con cariño el encuentro entre culturas.
El amor por la naturaleza, así como la convivencia con ella y el respeto hacia ella son partes esenciales de la vida de los igbos. La convivencia con animales, árboles, ríos, montañas… es parte de la identidad de esta comunidad. Las ciudades están llenas de verde. La naturaleza brota por las ciudades libre, conviviendo con sus habitantes, pero teniendo su espacio y su lugar. El espacio no es ni de unos ni de otros, sino que cohabitan creando lugares conectados y en armonía.
Entienden la naturaleza como algo intrínseco a su existencia. La aman a la vez que la temen. Conviven, respetan, utilizan sus recursos pero a su vez saben que es su labor cuidarla y dejarla vivir.
Nuestro destino de viaje nunca es un lugar, sino una nueva forma de ver las cosas. Dejarse moldear por los lugares y las personas. Abrazar a las comunidades y sus lecciones. Contar las historias de aquellos que conocemos. Dar voz y luz a los regalos del mundo.
Apasionado por viajar, las culturas y las personas, Sergio es un ingeniero con experiencia en proyectos de cooperación internacional y de impacto social en comunidades por África y América Latina. Trabaja como coordinador de un proyecto de educación en África, ha fundado una ONG que trabaja con jóvenes activistas y ha montado una startup de movilidad sostenible.
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