El fin del verano es un momento clave, cuando las vacaciones, los días largos y la libertad de no tener responsabilidades, llega a su fin. También supone el comienzo de un nuevo curso, con la llegada de la vuelta al colegio y con ella una mezcla de emociones; alegría por ver a nuestros a amigos, nervios por los reencuentros, motivación por lo que está por venir o preocupación por el regreso, incertidumbre por no saber qué profesores nos tocarán…
El cambio de ritmo y de rutina puede suponer un desafío ya que los horarios estrictos, los madrugones y las responsabilidades diarias vuelven a formar parte del día a día. Es posible que durante esta transición experimentemos sensaciones negativas como la desgana o el aburrimiento. Para intentar rebajar las sensaciones que nos provocan malestar podemos tener en cuenta una serie de aspectos que nos permiten adoptar una actitud positiva para afrontar este cambio.
Antes de nada, es importante aceptar que el verano se ha terminado y comienza un nuevo curso. Aunque este cambio no es muy apetecible, podemos centrarnos en los aspectos positivos que trae consigo: volver a ver a nuestros amigos, aprender cosas nuevas, conocer gente y establecer nuevas metas y retos. Llegan nuevas experiencias, aprendizajes y oportunidades. Para enfocarnos en esto, hacer una lista de cosas que te motivan o interesan del nuevo curso (como clases o actividades extraescolares, algún deporte) puede servir para mantener nuestra mentalidad positiva. Los retos pueden ser de todo tipo, desde mejorar en una asignatura, hasta hacer nuevos amigos; es importante que sean realistas y alcanzables.
Como se menciona anteriormente, la vuelta al cole trae consigo nuevas responsabilidades y pérdida de la libertad que el verano nos otorga. Para combatir esto, podemos elegir alguna de nuestras actividades favoritas que realizamos durante esta época para mantenerla durante el curso escolar. Estas pueden ser: salir a pasear, dibujar, practicar algún deporte. Incluso si lo que nos gusta es disfrutar de la playa o la piscina, podemos buscar una actividad parecida como natación, de esta forma podemos seguir conectados a esa energía que nos da el verano.
El verano es un momento en el que es fácil desconectar y relajarse por lo que es común que, a la vuelta, aplacemos las tareas pendientes y nos cueste ponernos a trabajar. Para evitar la sensación de agobio, la organización es esencial. Por un lado, planificar el tiempo, usar una agenda y dividir las tareas que debemos realizar en partes más pequeñas nos motivará a seguir avanzando poco a poco sin estrés, para coger el ritmo que necesitemos. Por otro lado, la creación de un espacio personal decorado a nuestro gusto, ordenado, donde podamos estudiar tranquilos y sin ruidos permite una mayor motivación y concentración. Una organización previa nos ayuda a sentirnos más preparados y a reducir los nervios por no saber cómo o por dónde empezar.
En línea con esto, otro aspecto que debemos cuidar es nuestra higiene del sueño. Durante el verano es fácil que nuestra rutina de sueño cambie, ya que aprovechamos para hacer más cosas de noche y durante las mañanas tenemos más margen para descansar, sin prisas. Un aspecto que ayuda a sentirnos con energía al inicio de curso y mejorar nuestra concentración es reajustar nuestro horario de sueño. Hay que intentar dormir unas 8 horas diarias.
El final del verano no significa que todo lo positivo o divertido se acaba. Es un nuevo comienzo en el que podemos tomar el control para afrontarlo de la mejor manera posible. Como todo cambio, puede traer consigo sensaciones de miedo o nervios, especialmente después de un tiempo largo de desconexión de esa rutina y responsabilidades. Expresar las emociones y lo que experimentamos de cara al nuevo curso nos ayuda a liberar sensaciones negativas y ver las cosas con más claridad.
La actitud con la que afrontamos las cosas es determinante en lo que vamos a experimentar al vivirla. Muchas veces comenzamos el nuevo curso pensando ya en el siguiente verano, lo cual puede ayudarnos pero aunque no apartemos la vista de la meta final, es importante disfrutar también de los pequeños pasos que damos durante el día a día.
Alba es psicóloga sanitaria y ha realizado un máster de migraciones internacionales, salud y bienestar, además de proyectos de cooperación en Senegal, con menores en riesgo de exclusión social así como talleres con refugiados e hijos víctimas de violencia de género. Trabaja como psicóloga en una ONG con niños y adolescentes en situación de vulnerabilidad dando un servicio de atención terapéutica y realizando actuaciones de sensibilización y asesoramiento para la prevención de la violencia y la promoción de la salud mental. Su misión es conseguir el bienestar de la persona, la promoción de una sociedad inclusiva e intercultural y el desarrollo integral de las personas más vulnerables.