Ir a un campamento de verano puede ser verdaderamente enriquecedor. En ellos se puede aprender de algún interés concreto que tengamos, pues los hay especializados en deportes, aventura, ciencia, música, arte…. También los hay con actividades variadas de algunos de estos bloques. Sin embargo, lo más importante que vamos a adquirir y/o potenciar en un campamento son otro tipo de herramientas llamadas “habilidades transversales” o, dicho de otro modo, “trucos para desenvolverse airosamente en la vida diaria”.
Al compartir actividades y tareas con otros jóvenes, niños y niñas, se fomenta mucho el trabajo en equipo, mi capacidad de comunicar asertivamente mis límites, de entender las vivencias diferentes de las otras personas, especialmente si voy a un campamento sin conocer al resto de participantes.
Hay que echarle valor a irse de casa a un entorno nuevo la primera vez. Al principio aparecen los miedos y los nervios sobre cómo irá, si me sentiré a gusto e integrada, con quién compartiré habitación… Esto es normal, con el tiempo no desaparece del todo y a la vez una mira con impaciencia el calendario deseando que llegue el momento de salir de viaje, ¡es totalmente compatible! Lo que es seguro es que para tener más ganas de hacer la maleta y salir a vivir experiencias, hay que hacerlo, acostumbrarse a explorar y descubrir que en la incertidumbre se encuentran cosas bonitas.
En un ambiente que no controlo (a diferencia de la más o menos seguridad y rutina de una casa o una clase de instituto) voy a tener multitud de experiencias nuevas a las que enfrentarme, y aparecerán todo tipo de emociones que tendré que gestionar, como la incertidumbre, el miedo al rechazo, la ilusión por las nuevas relaciones, la frustración y la pena de que estos momentos compartidos lleguen a su fin. ¡En pocos días cabe muchísima vida!
Como decía, puedo encontrar actividades de todo tipo en los campamentos, y esto me abre oportunidades para descubrir mis pasiones y desarrollar mis talentos en un entorno guiado y seguro. También aprendo mucho de mí a través de los otros, cuando me presento a otras personas en un entorno nuevo y encuentro mi sitio en un grupo.
Los campamentos que se realizan en contacto con la naturaleza y/o que incluyen actividades de aventura o excursiones son maravillosos para respirar aire fresco, que mejora la salud y conocer la diversidad de la flora y fauna de nuestro entorno natural, además de cultivar el respeto por el medioambiente y otras especies de seres vivos, un valor imprescindible en el momento de crisis climática que vivimos.
Nuestro tiempo libre está dominado por el uso del teléfono móvil y las redes sociales y por las plataformas de entretenimiento tipo Netflix, por lo que probablemente pasamos muchísimo tiempo al día mirando una pantalla, y viene bien desintoxicarse de vez en cuando cambiando esto por actividades más activas.
Ya no solo con las actividades que sean intrínsecamente artísticas, también al enfrentarnos a contextos nuevos, tenemos que echarle imaginación para apañárnosla, por ejemplo, creando un espacio extra para tender la ropa porque esté llena la zona de secado.
Ciertas actividades de tipo científico, el deporte y sobre todo las vivencias nuevas a las que me enfrento, me traerán situaciones que tengo que resolver y decisiones que tendré que tomar, enfrentándome también a la gestión emocional de la renuncia, pues no se puede tener todo. Esto es fundamental para afrontar la vida adulta.
La maleta va a volver más cargada de lo que se fue, con las habilidades que habremos aprendido en el campamento, así que recuerda dejar siempre un hueco libre para lo que te aporte la experiencia (¡y para manualidades, recuerdos o posibles regalos de despedida de tus compis!).
Si tienes duda de qué echar en la maleta a la ida, por supuesto, esto dependerá del lugar al que vayas y del tipo de actividades que se vayan a realizar. Por ejemplo, si hay piscina o alguna excursión programada a la playa, no podemos olvidar el bañador y la toalla. Por lo que te recomiendo informarte bien con antelación y preguntar a las personas que organizan.
Respecto a la meteorología, te recomiendo mirar la previsión del tiempo antes de hacer la maleta y, ponga lo que ponga, lo que sí te aconsejo que no olvides echar es:
¡Y que nunca se olviden las ganas de disfrutar y reconectar!
Lo cierto es que mis experiencias y las que me cuentan mis amigas y amigos sobre sus campas han sido muy positivas, incluso hay personas que sostienen que han aprendido más de esta forma en verano que el resto de curso. Así que, mamá, papá o familiar que me lees, no dudes en animar a tu peque a ir de campamento. Sin duda, es una experiencia diferente y muy enriquecedora a nivel personal. Si me quieres contar la tuya, te leo con gusto en los comentarios.
¡Hasta la próxima!
Psicóloga y acompañante de personas en situación de vulnerabilidad: experiencia con menores en riesgo de exclusión social, migraciones, diversidad funcional y colectivo LGBTIQA+. Amante de todas las formas de vida, su misión es crear espacios sostenibles. Cooperante y gestora en proyectos de agroecología y protección animal. Escritora y fotógrafa en búsqueda de aprendizajes. “Cualquier momento es bueno para la ternura”.