¿Alguna vez te has preguntado por qué tomas malas decisiones incluso sabiendo que lo son? ¿Por qué, por ejemplo, decides jugar a la consola en vez de descansar o comerte un bollo en vez de hacer deporte? El agotamiento del ego o fatiga de decisiones nos complica nuestra rutina y actividades diarias, pero en The Lemon Tree Education te explicamos como controlarlo.
Ya hablamos en este artículo que cada día tomamos decisiones que nos acercan o alejan de la persona que queremos ser o estamos siendo.
La toma de decisiones requiere de energía, ya que tu cerebro es un músculo que también se cansa. Y resulta que los recursos mentales que necesitamos para tomar buenas decisiones son limitados. ¿Lo sabías?
De hecho, cuando estamos bajos de energía nuestra capacidad de autocontrol disminuye. Eso es justo lo que los psicólogos llaman “agotamiento del ego”.
El agotamiento del ego hace referencia a la idea de que el autocontrol o resiliencia utilizan unos recursos mentales que son limitados. Cuando la energía necesaria para llevar a cabo la actividad mental es baja, la capacidad de autocontrol disminuye.
En Estados Unidos unos expertos propusieron un modelo en el que describían el autocontrol como un músculo que se fortalece y se fatiga. En su experimento, pusieron a varios grupos de estudiantes en salas donde unos tenían bombones y rábanos y tenían que comerse solo los rábanos sin comerse el delicioso chocolate, mientras que otros no tenían que tomar esa decisión.
Al rato, se les hizo un test de lógica mental y los que no habían tenido que estar “evitando” comerse el chocolate sacaron mejores resultados. Curioso, ¿verdad?
Aunque es imposible librarse del todo de la fatiga de decisiones porque obviamente siempre tenemos decisiones que tomar, lo buenos es que conocer este fenómeno te permite desarrollar estrategias para preservar tu fuerza de voluntad y para estar en mejor predisposición para hacer las cosas que realmente te importan. Para ello, una de las mejores estrategias es minimizar la energía mental que utilizas para cosas que no son realmente importantes.
Mucha de nuestra energía mental diaria la gastamos en pequeñas decisiones de cosas que realmente importan poco. Por ejemplo, pasar mucho tiempo medio dormido/a delante del armario pensando en que ponerte o pensar en qué te vas a llevar de comida a clase o al trabajo.
Con todas estas decisiones, lo que estás haciendo es malgastar tu energía de buena mañana. ¡Podrías tomar todas estas decisiones en 3 minutos el día anterior y convertirlo en un hábito y así dejarlo todo preparado para empezar mejor el día!
Hay gente que lo lleva un paso más allá, como Steve Jobs -con sus vaqueros y jersey negro de cuello alto- o Mark Zuckerberg, que siempre llevan la misma ropa para “centrarse en decisiones más importantes”. También hay gente que cocina toda la comida de la semana el domingo para ahorrar tiempo sin pensar ni cocinar entre semana.
Aprovecha cuando estás más cargado de energía para hacer las tareas o cosas que son más importantes para ti. Y no hablo solo de cara a tus estudios, sino si quieres hacer deporte o practicar un idioma. Al principio del día tenemos más energía (sobre todo mental), ¡aprovéchala!
Aquí incluyo no utilizar el móvil para leer WhatsApp o ver Instagram hasta que has terminado. Incluso recomiendo utilizarlo poco (o nada) durante las primeras horas del día. Aunque no nos demos cuenta, cada vez que leemos un mensaje, mentalmente tomamos decisiones constantemente, incluso aunque no respondamos. Con cada mensaje o cada story decidimos qué nos parece lo que acabamos de ver o leer o en qué manera nos afecta. No dediques tiempo a esto al principio del día, ¡ya tendrás tiempo de leer, ver y responder a lo largo del día!
De la misma forma, si tienes que tomar decisiones importantes o hacer tareas que requieren de mucha atención, prueba a hacer un descanso antes, comer algo ligero, beber agua y encarar el momento con más tranquilidad y reconexión.
Hacer mini descansos (y no me refiero a descansos físicos, ya que pasamos gran parte del día sentados) es algo esencial para el buen desarrollo del día. Levantarse, andar, dejar por un tiempo de hablar o de pensar te ayudan a recuperar el aliento y a reconectar contigo y con el día. Yo, por ejemplo, a veces me levanto de la silla, me doy un paseo y hago algunos pequeños estiramientos. Esto me permite despejarme por un momento del ajetreo.
La verdad es que el cansancio mental por la toma de decisiones no viene por la decisión en sí, sino por la energía que gastamos en analizar las opciones, pensar y deliberar.
Hasta que no tengas que tomar la decisión, evita darle demasiadas vueltas que no van a darte ninguna solución. ¡De la misma forma, intenta tomar las decisiones pequeñas lo más rápido posible!
Algo que puede servirte: ponte límites. Por ejemplo, date un tiempo limitado para decidir sobre esa sudadera que te quieres comprar o limita el número de opciones que tienes (¡no visites todas las tiendas buscando una sudadera!).
Dejar temas abiertos o tareas sin acabar no solo es agotador, sino que es, según dicen los expertos, una de las principales causas de insatisfacción hoy en día.
Hay un fenómeno que los psicólogos llamado “rumiación” que es cuando le das vueltas y vueltas sin parar a un mismo tema. ¿Cuántas veces te ha pasado? A mí muchísimas, y no es productivo en absoluto, generar estrés y te agota mentalmente. Esto, en lenguaje coloquial es lo que se conoce como “marear la perdiz”.
Lo mismo pasa en nuestras interacciones sociales. Dejar conversaciones abiertas tras una discusión con tus padres, con tu pareja o con tus amigos puede causar mucho estrés y agotarte psicológicamente. En estos casos no hacemos más que dar vueltas y vueltas sobre qué queremos decir y nos cuesta mucho dar el paso para hablar.
Cerrar este tipo de temas sin retrasarlo demasiado y sin “marear la perdiz” genera una satisfacción interna muy positiva, ¡pruébalo!
Intenta hacer tus decisiones del día a día más sencillas o elimínalas, pero tómate tu tiempo para tomar buenas decisiones en momentos de ocio como dónde salir el viernes, dónde comer el sábado o qué hacer en vacaciones.
Yo, por ejemplo, sigo un menú de comidas que me dejo escrito durante el fin de semana; lo mismo hago con la compra semanal. Así para comer y para cenar simplemente llego, lo leo, cocino y como, sin pensar en si me apetece otra cosa. Sin embargo, cuando llega el fin de semana, dedico tiempo a buscar restaurantes que sean de mi gusto, viendo críticas, preguntando a gente y buscando encontrar lugares que vayan en línea con mis ideales de comida; ahí sí quiero dedicar mi energía
Lo mismo hago con el deporte. Me encanta hacer deporte y me hago una rutina semanal que sigo sin rechistar. Sin embargo, los sábados me levanto y dedico un tiempo tranquilo a pensar qué quiero hacer: salir con la bici, ir a escalar, hacer una ruta o simplemente tirarme en el sofá a ver Netflix.
Lo más importante para la toma de buenas decisiones es que una vez tomadas, te comprometas en cuerpo, mente y alma con la decisión elegida y no sigas dándole vueltas a qué hubiera pasado si hubieras escogido la otra opción.
¿Es bueno entonces repensar las cosas? Por supuesto, un buen pensamiento crítico de la situación puede ayudarnos a que nuestras decisiones se acerquen a cómo queremos que sean.
¡Prueba, prueba y prueba! Esto es esencial, cada mente y cuerpo se comporta, reacciona y se habitúa de diferentes maneras. Yo te facilito algunos de los ejemplos que a mí pueden funcionarme, pero ¿qué te funciona a ti? Hazte preguntas cuando pruebes las cosas y observa cómo te sientes y piensas con respecto a lo que acabas de probar. Tu cuerpo es sabio, seguro que sabrás guiarte por él.
No seas esclavo de tu mente, toma decisiones desde el corazón y usa tu cabeza para hacer que funcionen.
¡Paciencia y cuídate en el proceso!
Se presenta como nómada, con diez años de experiencia explorando comunidades donde el desarrollo personal, comunitario, ecológico y artístico son los ejes principales. Ha trabajado en países como España, Rumania, Italia y Alemania y actualmente vive y viaja en su furgoneta “Samsara” co-diseñando proyectos regenerativos y residencias artísticas para zonas rurales, organizaciones y ecoaldeas. Todo lo que hace está ligado a su propósito: “conectar a la gente consigo misma, con las demás y con la naturaleza a través de la experiencia de comunidad”.