Acercarme a lo importante y alejarme de la preocupación

Acercarme a lo importante y alejarme de la preocupación
11Ene 2025

Muchas veces nos preguntamos qué hacer para sentirnos satisfechos o satisfechas… Imagina que hay dos direcciones hacia las que moverte o dirigir tus acciones:

  1. Puedes hacer cosas que te alejan de lo importante y no te hacen sentir bien.
  2. Puedes hacer cosas que te acercan a lo importante y te hacen sentir bien.

Hay dos claves o dos cambios que podemos hacer en nuestra vida para acercarnos a la satisfacción o el estar bien:

  1. Hacer más cosas que me acercan a lo importante. Pero… ¿qué cosas me acercan a lo importante? ¿Cómo sé lo que es importante para mí? Para saberlo necesitaré explorar mis valores. No te pierdas este artículo en el que te explico por qué es importante y cómo conectar con tus valores con un sencillo ejercicio.

Entonces, si mi valor es ayudar a otras personas, puedo hacer pequeñas o grandes cosas en mi día que se alinean con mi valor, como ayudar puntualmente a una persona con las bolsas de la compra o apuntarme regularmente a un voluntariado. Si mi valor es cuidar la salud, también puedo realizar acciones concretas, como hacer ejercicio o merendar más fruta en lugar de bollería. 

  1. Hacer menos cosas que me alejan de lo importante. Pero… ¿qué cosas me alejan de lo importante? Muchas veces, lo que nos atasca o aleja de lo importante tiene que ver con pasar mucho tiempo enredados o enredadas en nuestros propios pensamientos, preocupaciones, recuerdos, etc. Vaya, dándole vueltas a la cabeza, discutiendo dentro de nuestra mente, pensando en por qué algo es de tal manera y así una y otra vez. Pensamientos como la preocupación o la “rumia” (ahora explicaré lo que es) me absorben y me paralizan, controlan mis actos, impidiéndome realizar acciones como las que comentábamos, alineadas con mis valores. Son pensamientos que me hacen sentir mal y no me dejan contactar con las cosas importantes que están ocurriendo o que podrían hacerse en ese momento. Sobre las preocupaciones puedes leer más en este artículo

¿Qué es eso de rumiar?

Rumiar es algo que hacen algunos animales, como las vacas, ovejas y cabras, cuando la comida que ya pasó al depósito vuelve a la boca (la “regurgitan”) y repiten la masticación. La psicología ha adoptado el término de rumiación porque es un proceso bastante parecido: masticar y masticar los pensamientos en nuestra cabeza sin llegar a digerirlos ni expulsarlos definitivamente para pasar a otra cosa.

¿Intentas hacer cosas para no pensar?

Además, cuando tanto repensar nos empieza a generar malestar, empezamos a intentar dejar de pensar como sea. A veces, en lugar de hacer las acciones “que nos acercan a lo importante”, como es, en el ejemplo anterior, hacer ejercicio o apuntarme a un voluntariado, hacemos cosas “que nos alejan de lo importante” precisamente para no pensar. Por ejemplo, ver series, salir de fiesta, estar con el móvil… 

Esto no significa que sea algo “malo” en momentos determinados hacer estas cosas, solo que las mismas acciones pueden ser algo que hacemos por placer o algo que hacemos para evitar el malestar. Y ahí está la clave, porque si ver series no me motiva realmente y no es una acción que me conecta con mis valores, me quitará tiempo de hacer otras cosas que sí me conectan con mis valores y me proporcionan una satisfacción más profunda conmigo misma o mismo.

¿Cómo «despegarnos» de nuestros pensamientos? 

1. El chat de preocupaciones. Una metáfora para entendernos.

Imagina que los pensamientos son mensajes en un chat grupal que no para de sonar. Algunos mensajes son importantes y útiles, pueden ser recordatorios para hacer una tarea o cuidar de algo que realmente importa. Pero, ¿y si la mente empieza a mandar el mismo mensaje una y otra vez? El grupo se vuelve loco, repitiendo las mismas cosas, preguntándose si algo sale bien o sale mal una y otra vez. Esto puede ser agotador.

Despegarse de los pensamientos repetitivos es verlos llegar como solo mensajes, y no como una verdad absoluta a la que atender. Como en un chat grupal de muchas personas, los mensajes llegan, pero no necesitas abrirlos y responder a cada uno en todo momento.

Imagina que la mente te manda el mensaje «¿Y si las cosas no salen como me gustaría?» una vez… luego dos… luego tres veces… ¡Cada cinco minutos insistiendo! Podrías hacer algo como esto: «Gracias, mente, entiendo tu preocupación, pero por revisarlo mil veces no va a cambiar nada.»

Recuerda que puedes dejar pasar los mensajes sin responderlos a todos, especialmente cuando son repeticiones. 

2. 15 minutos del día para preocuparme.

Un ejercicio muy útil para reducir el impacto que tienen en el día a día las preocupaciones. 

  1. Elige un lugar y un momento del día que tengas 15 minutos para estar tranquilamente contigo.
  2. Pon un cronómetro de 15 minutos: Este será tu tiempo para preocuparte
  3. Escribe lo que te preocupa en un papel. Puedes hacer una lista de pensamientos como «¿Qué pasa si suspendo este examen?», «¿Y si mi amiga está enfadada conmigo?». Escribirlo ayuda a que los pensamientos salgan de tu mente y se sientan más manejables.
  4. Pregúntate: «¿Puedo hacer algo ahora para mejorar la situación?» para cada preocupación. Anota estos pasos que podrías hacer y ocúpate cuanto antes de ponerlos en marcha. Si no hay nada que puedas hacer escribe «No puedo hacer nada ahora» junto a la preocupación.
  5. Cuando acaben los 15 minutos, dobla la hoja o cierra el cuaderno y sigue con tu día, guarda esas preocupaciones. El objetivo es liberar tu mente y decirte que ya volverás a preocuparte en tu «tiempo de preocupación» al día siguiente.
  6. Durante el resto del día, si vuelves a preocuparte, puedes escribir esos pensamientos y dejarlos guardados para temorarlos en tu próximo momento de preocupación, repitiendo: «Ok, esto lo pensaré en mi tiempo de preocupación mañana.» 

3. Ver los pensamientos pasar, desde la distancia.

    El objetivo no es tener la mente en blanco ni controlar ni decidir qué pensar. Pensar es necesario y nuestros pensamientos nos hablan de cosas valiosas. Lo que queremos evitar no es el pensamiento, es el malestar que viene con él, el agotamiento, la lucha interna que me genera.

    Un cambio de perspectiva es ver los pensamientos solo como palabras o imágenes que vienen y van, sin identificarnos con ellos, sin considerarlos verdades absolutas. 

    En lugar de intentar suprimir o controlar los pensamientos, buscamos observarlos con distancia, como si estuviéramos viendo las nubes pasar en el cielo, sin que necesitemos aferrarnos a ellas ni alejarlas a la fuerza.

    4. Conectar con el aquí y ahora.

      Vivir el momento presente es algo que entenderás perfectamente en este artículo. ¡Te lo recomiendo!

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      Patricia Rivero

      Patricia Rivero

      Psicóloga y acompañante de personas en situación de vulnerabilidad: experiencia con menores en riesgo de exclusión social, migraciones, diversidad funcional y colectivo LGBTIQA+. Amante de todas las formas de vida, su misión es crear espacios sostenibles. Cooperante y gestora en proyectos de agroecología y protección animal. Escritora y fotógrafa en búsqueda de aprendizajes. “Cualquier momento es bueno para la ternura”.

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