Compartir con los demás cómo nos sentimos tiene muchos beneficios, desde conocernos y sentirnos mejor hasta facilitar que las personas que nos rodean puedan entendernos y apoyarnos.
No expresar lo que sentimos nos lleva a tener sensaciones negativas que no vamos a entender, a que aumente nuestro nivel de malestar, a tener conflictos o malentendidos con los demás, a sentirnos incomprendidos y a dejar de disfrutar de las cosas que nos gustan.
Sin embargo, expresar nuestras emociones no es algo sencillo y nos va a resultar aún más difícil si alguna vez hemos sentido que no nos toman en serio, que estamos exagerando o que no tienen sentido. Todo esto se conoce como “invalidación emocional” y consiste en rechazar, ignorar o minimizar las emociones o pensamientos, tanto propias como de los demás. La invalidación emocional puede sentirse como si intentáramos contar una historia y nos interrumpen todo el rato; al final sentimos que no le importa a nadie y nos callamos.
Vamos a ver algunos ejemplos comunes de invalidación emocional:
Hace sentir que las emociones son inapropiadas y aprendemos que no debemos llorar. Impide que comprendamos y manejemos de forma adecuada nuestros sentimientos y que no busquemos apoyo cuando lo necesitemos al sentirnos incomprendidos.
Es un mensaje que trasmite que las emociones no son válidas y aprendemos a ocultar lo que sentimos. Puede generar culpa o vergüenza y nos hace sentir que somos responsables de nuestros propios sentimientos como si pudiéramos controlarlos.
Cuando no se da importancia a nuestras emociones se generan sensaciones de soledad o falta de apoyo emocional, nos sentimos desvalorizados. Influye negativamente en la confianza en uno mismo y en la capacidad para expresar emociones.
Menospreciar los sentimientos puede llevarnos a pensar que mostrar emociones es una señal de debilidad y esto hace que reprimamos lo que sentimos, pudiendo generar problemas emocionales a largo plazo.
Estas formas de invalidación, así como todas las que existen, nos hacen dudar sobre nuestras emociones y sobre nosotros mismos. Nos hace sentir que nuestras emociones no son válidas; que exageramos, o que no está bien sentirnos de determinadas formas. Seguro que, si nos paramos a pensar, podemos recordar algún momento de nuestra vida en el que hemos recibido algún comentario de este tipo; cuando nos han dicho que somos unos exagerados o que hay gente peor que nosotros.
Muchas veces, hacemos comentarios de este tipo por desconocimiento o porque lo hemos aprendido así y no somos conscientes del impacto que puede tener en los demás o en nosotros mismos. Otras veces, esto puede hacerse a conciencia, convirtiéndose en una forma de manipulación emocional, ya que hacemos a la otra persona dudar de sí misma. Es importante que expresemos nuestras emociones, pero debemos de ser conscientes de que no todo el mundo tiene la capacidad de entenderlas o está dispuesto a escucharnos.
Afecta nuestro bienestar emocional generando dificultades en diversos ámbitos.
La invalidación emocional tiene un gran impacto muchas áreas de nuestra vida. Para evitar esto, es esencial hacer lo contrario, validar las emociones. Es decir, cuando escuchamos e identificamos las emociones de los demás, mostrando respeto, sin intentar cambiarlas ni juzgarlas, simplemente aceptándolas. Esto hará que la otra persona se sienta comprendida y podrá conectar de forma sana con lo que le está pasando para ver que necesita y dar una respuesta adecuada.
Cuando alguien valida tus emociones no te hace sentir mal por tenerlas, sino que te ayuda a entenderlas mejor y a buscar formas saludables de gestionarlas. Un ejemplo podría ser: “Entiendo que te sientas molesto, es comprensible y estoy aquí para escucharte y apoyarte con lo que sientas”
Validar las emociones permite crear espacios de confianza y apoyo:
Prestar atención a lo que nos cuentan, intentando entender lo que esa persona está sintiendo. Para ello podemos mirar a los ojos, no interrumpir, asentir… A veces, lo que nos cuentan puede parecernos una tontería, pero tenemos que recordar que cada uno vive las cosas de diferente forma y esas emociones también son válidas.
«No es para tanto», «no llores» o “ya deberías estar mejor”, hace que la otra persona sienta que sus emociones no son importantes. Para evitar esto, vamos a reconocer lo que siente y tratarlo con cariño y respeto.
Frases como «Entiendo que te sientas así» o «Es normal estar triste/enojado/asustado en esa situación» ayuda a los demás a sentirse comprendidos. Esto supone aceptar las emociones del otro.
Hacerle saber a la persona que estamos disponibles si nos necesitan.
Puede resultar complicado saber lo que estamos sintiendo exactamente. Podemos ayudar a los demás a identificar qué es animando a que hable de lo que siente y sugiriendo emociones que puedan encajar con lo que nos cuentan.
Muchas veces puede resultar frustrante sentirnos de cierta manera. Es esencial trasmitir que las reacciones emocionales son algo normal.
Las emociones son parte natural y esencial de nuestras vidas. Expresarlas y sentirnos escuchados nos ayuda a sentir comprensión y apoyo. Esto hace que sea más fácil manejar lo que sentimos y aceptarlo de una forma saludable. Además, la validación emocional también contribuye a crear relaciones de confianza y seguridad con los demás.
Alba es psicóloga sanitaria y ha realizado un máster de migraciones internacionales, salud y bienestar, además de proyectos de cooperación en Senegal, con menores en riesgo de exclusión social así como talleres con refugiados e hijos víctimas de violencia de género. Trabaja como psicóloga en una ONG con niños y adolescentes en situación de vulnerabilidad dando un servicio de atención terapéutica y realizando actuaciones de sensibilización y asesoramiento para la prevención de la violencia y la promoción de la salud mental. Su misión es conseguir el bienestar de la persona, la promoción de una sociedad inclusiva e intercultural y el desarrollo integral de las personas más vulnerables.