Escucho el mensaje de mis emociones

Escucho el mensaje de mis emociones
12Oct 2024

Las emociones son sensaciones que sentimos en nuestro cuerpo a lo largo de nuestra vida. Son respuestas instantáneas a lo que pasa a nuestro alrededor, a situaciones, incluso a lo que pensamos.

Las emociones nos dan mucha información, son como alertas que indican cómo respondemos a lo que ocurre en nuestro entorno. Las emociones son un reflejo de lo que sentimos y éstas nos ayudan a comprender mejor nuestras necesidades. Sirven para adaptarnos a las diferentes situaciones que experimentamos en nuestro día a día, ya que influyen en nuestro comportamiento y nuestras relaciones con los demás. Nos permiten reaccionar rápidamente en situaciones de amenaza. Por ejemplo, cuando sentimos miedo, nuestro cuerpo nos pide salir o huir de esa situación.

Las emociones siempre tienen un mensaje para nosotros. Son como mensajeras que nos traen cartas importantes de diferentes aspectos relacionados con nuestra vida. Cada mensajera tiene un mensaje que es único y por eso es esencial que sea entregado y que pongamos atención a lo que dice. Esto nos va a permitir entender mejor las situaciones y tomar decisiones coherentes con lo que queremos y nuestro bienestar. Si nos llega un mensaje del “enfado” y no le hacemos caso, podríamos ponernos en situaciones peligrosas o arriesgadas que se podrían haber evitado.

Las emociones nos permiten repetir situaciones que nos resultan agradables. Por ejemplo, si estamos un día en la playa y disfrutamos bañándonos, asociamos esa sensación con la playa y queremos volver. Del mismo modo, nos ayudan a tener cuidado, prestar atención o a evitar otras situaciones.

Es muy importante pararnos a escuchar qué mensaje nos quieren transmitir, ya que esto nos va a ayudar a conocernos más y a cuidar nuestro bienestar. Si evitamos sentir una emoción puede ocurrir como cuando agitas fuerte una botella de refresco sin abrirla; cuando quitamos el tapón, todo lo de dentro explota. Si nos guardamos el enfado e intentamos no hacerle caso, puede llegar un momento que explotemos y tengamos reacciones extremas, haciéndonos sentir confundidos. Sin embargo, si poco a poco vamos liberando el refresco sin agitarlo demasiado, podremos sentirnos más tranquilos, comprendiendo lo que nos pasa y haciéndole a los demás partícipes de ello para poder encontrar soluciones, tomar un camino u otro o recibir apoyo. 

A veces, podemos sentir cosas que no entendemos o a las que encontramos una explicación lógica, quizá respondamos a los demás enfadados sin saber por qué o que nos sintamos tristes sin una razón aparente. Es importante no forzar sentir otra cosa ni juzgar lo que sentimos porque, aunque nos puedan crear confusión, siempre tienen un mensaje importante para nosotros; aceptar lo que sentimos, sin buscar o comparar con lo que “deberíamos sentir” es un gran paso para poder crear una relación saludable con nosotros mismos y los demás. 

Para pararnos un momento y atender lo que estamos sintiendo, para poder identificarlo y procesarlo podemos seguir tres pasos muy sencillitos utilizando, de referencia, las luces de un semáforo: 

– Luz roja

En este momento, cuando sentimos una emoción muy fuerte (tristeza, enfado, nervios…) vamos a pararnos, a detenernos, como si hubiera un semáforo en rojo. A continuación podemos hacer varias cosas para rebajar el nivel de activación. Te propongo dos alternativas: 

1. Contar hacia atrás de tres en tres, por ejemplo, desde 100 (97-94-91…) o 

2. Respirar profundamente inspirando en 4 segundos, reteniendo el aire durante 3 segundos y expulsándolo. Otra vez, en 4 segundos. Repetimos esto un par de veces. Entonces vamos a concentrarnos en lo que estamos sintiendo para ver qué pasa dentro de nosotros, únicamente para observarlo, sin hacer nada más. Esta es la fase de “Parar y Respirar”.

– Luz amarilla

A continuación, nos situamos en la luz amarilla del semáforo. Vamos a centrarnos en la situación actual que estamos viviendo, preguntarnos cómo estamos y si hay algo más que sintamos. Puede ser que experimentemos varias emociones a la vez. Es el momento de escribirlo o, si queremos, decírselo a alguien con quien nos sintamos seguros. También, podemos aplicar esto con alguien que vemos confundido y preguntarle qué está sintiendo para ayudarle a identificar sus sensaciones. Esta sería la fase de “Identificar”.

Luz verde

Tras identificar lo que sentimos, pasamos a la luz verde del semáforo. Es el momento de hacer algo con esa emoción, buscar acciones que nos ayuden a sentirnos mejor. Si lo que estamos sintiendo son nervios, podemos realizar una actividad que nos relaje, como dibujar o escuchar música. Si sentimos enfado, podemos buscar una actividad física que nos guste para liberar toda esa energía. Esta sería la fase de “Actuar”.

Estas fases nos ayudan a poder enfocarnos en lo que sentimos y poder tener un poco más de control sobre ello, impidiendo que las emociones nos guíen o que tomemos decisiones precipitadas con las que luego no estemos a gusto o de las que podamos arrepentirnos. 

Las emociones nos dan una gran cantidad de información porque actúan como señales de cómo estamos por dentro. Las emociones sirven de guía para tomar decisiones, nos ayudan a interactuar con los demás, influyendo en nuestra comunicación no verbal (gestos, expresiones faciales, tono de voz, postura…) y también nos enseñan a relacionarnos de forma adaptativa en nuestro entorno. 

Es habitual escuchar hablar de emociones “buenas” y “malas”, categorizando lo que sentimos en lo que no nos gusta y lo que nos hace sentir bien. Esto condiciona la manera en la que las vamos a gestionarlas y la relación que establecemos con ellas y con nosotros mismos. Es importante entender que evitar las emociones no nos va a beneficiar, ya que esto supone retenerlas y acumularlas, lo que crea malestar y la posibilidad de que aparezcan incrementadas.

No podemos decidir lo que sentimos, pero sí lo que hacemos con lo que sentimos.

Te lo cuenta...

Alba Rodríguez

Alba Rodríguez

Alba es psicóloga sanitaria y ha realizado un máster de migraciones internacionales, salud y bienestar, además de proyectos de cooperación en Senegal, con menores en riesgo de exclusión social así como talleres con refugiados e hijos víctimas de violencia de género. Trabaja como psicóloga en una ONG con niños y adolescentes en situación de vulnerabilidad dando un servicio de atención terapéutica y realizando actuaciones de sensibilización y asesoramiento para la prevención de la violencia y la promoción de la salud mental. Su misión es conseguir el bienestar de la persona, la promoción de una sociedad inclusiva e intercultural y el desarrollo integral de las personas más vulnerables.

Deja un comentario

Dinos cómo podemos ayudarte. Te llamamos.

He leído y acepto el Aviso Legal y la Política de Privacidad