El verano es una época de descanso y desconexión, una salida de toda la rutina que nos invade durante el curso escolar. Llegan las vacaciones y con ellas oportunidades para conocer mundo, vivir nuevas experiencias, pasar más tiempo en familia, relajarse o desconectar. Normalmente, la palabra verano, la asociamos a sensaciones positivas que nos hacen sentir bien.
Sin embargo, algo que puede crearnos malestar y estar presente en nuestro día a día y más aún en esta época del año, es la imagen corporal. Son frecuentes los planes de playa o piscina y eso supone exponer nuestro cuerpo al resto del mundo. Puede ocurrir que asociemos el verano a sensaciones negativas influidas por el rechazo a nuestro físico. Muchas veces esta idea no es atractiva y no nos sentimos cómodos en esas situaciones, ya que nos generan preocupaciones e inseguridades.
Diariamente recibimos una gran presión social asociada a los estándares de belleza y la imagen física. Es algo que forma parte de la sociedad en la que vivimos y que hemos asumido. Diferenciamos cuerpos ideales de los que no lo son y no nos paramos a pensar en cómo puede afectar esta percepción en nuestras vidas, en nuestra salud mental.
Las redes sociales nos bombardean con mensajes e imágenes de cuerpos “perfectos” y sin querer nos encontramos admirando a personas por su aspecto físico. Además, estas imágenes suelen estar retocadas y muestran físicos inalcanzables para la mayoría de las personas. Por otro lado, los comentarios negativos y la actitud de la gente que tenemos a nuestro alrededor también influye en nuestra percepción corporal. Aunque sus mensajes no vayan dirigidos a nosotros, nos pueden hacer más conscientes y críticos con nuestro propio cuerpo.
Todo esto nos lleva a desear tener otro aspecto y, sobre todo, a no aceptar el propio. Esto genera comparaciones constantes con los demás y sensación de no ser suficientes. Lo único que queremos conseguir es tener un tipo de físico determinado. Revisa este vídeo.
Este rechazo hacia la propia imagen corporal no es un simple problema con nuestro físico, sino que va más allá y se relaciona con la aceptación de uno mismo, con la autoestima. Esta percepción de nuestro cuerpo está vinculada a lo que pensamos y sentimos en relación a él y estamos influidos por aspectos internos y externos.
La manera en la que hablamos de los demás y, sobre todo, la forma en la que nos dirigimos a nosotros mismos, influye de forma significativa en cómo nos sentimos. Si nos enfocamos todo el tiempo en lo que consideramos nuestras imperfecciones y nos criticamos, vamos a formarnos una serie de creencias sobre nosotros que van a afectar a nuestro bienestar y nuestra autoestima.
El primer paso para cambiar esto es ser consciente de ello, de cómo nos hablamos para poder cambiar esta percepción que tenemos sobre nuestro cuerpo y crear una relación saludable con él. Para ello, podemos tener en cuenta lo siguiente:
Debemos intentar hablarnos como lo haríamos con un amigo, desde el respeto, el cuidado. Siendo amables y teniendo presente que la perfección que nos muestran en las redes sociales no es real.
Vamos a cambiar el foco. En vez de fijarnos en aquello que no nos gusta de nuestro cuerpo, vamos a centrarnos en lo que podemos hacer con él. Vamos a apreciar su fuerza, su capacidad, la funcionalidad que tiene cada parte de él (lo útiles que son nuestras piernas para poder ir a los sitios que nos gustan, por ejemplo).
Cuando te des cuenta de que estás pensando algo negativo sobre ti mismo, pregúntate si de verdad es cierto, que evidencias hay que confirmen esos pensamientos, busca otra manera de ver la situación.
Crea relaciones sanas con gente que te hagan sentir bien contigo mismo y evite los comentarios en relación al físico. Evita seguir a cuentas en las redes sociales que promuevan estándares de belleza irreales y poco saludables. Otra opción es desconectar un tiempo de las redes sociales para centrarnos más en nuestra vida real y en las personas que tenemos cerca.
Este es un proceso continuo y complejo al que hay que dedicar tiempo, ya que supone explorar la propia percepción y experiencias así como las influencias externas o expectativas sociales. Es común encontrarnos mensajes contradictorios en los que por una parte nos animan a aceptar y amar nuestro cuerpo y, por otra, nos exigen estándares de belleza irreales. Todo esto va moldeando la imagen que tenemos de nosotros mismos.
Pararnos a pensar sobre nuestra imagen corporal y cómo se va creando nos ayuda a comprendernos mejor y a poder identificar las influencias negativas de nuestro alrededor para reducirlas. Esto implica escuchar las necesidades físicas y emocionales que tenemos y aceptarnos, identificando aquellos pensamientos que atentan contra nosotros mismos.
El que no lleva la belleza dentro del alma no la encontrará en ninguna parte.
Noel Clarasó
Es importante reconocer que lo que enriquece nuestra vida va más allá de nuestra apariencia física. Son las relaciones que mantenemos con los demás, cómo nos sentimos en todos los aspectos de nuestro día a día y el camino que estamos construyendo hacia nuestros sueños y metas.
Alba es psicóloga sanitaria y ha realizado un máster de migraciones internacionales, salud y bienestar, además de proyectos de cooperación en Senegal, con menores en riesgo de exclusión social así como talleres con refugiados e hijos víctimas de violencia de género. Trabaja como psicóloga en una ONG con niños y adolescentes en situación de vulnerabilidad dando un servicio de atención terapéutica y realizando actuaciones de sensibilización y asesoramiento para la prevención de la violencia y la promoción de la salud mental. Su misión es conseguir el bienestar de la persona, la promoción de una sociedad inclusiva e intercultural y el desarrollo integral de las personas más vulnerables.