Establecer vínculos con los demás, conocer gente nueva o conservar amistades es algo que forma parte de nuestra vida. Pasamos la mayor parte del día en contacto con otras personas e intentando que aquellas con las que nos sentimos cómodos y nos aportan bienestar, permanezcan a nuestro lado. Cuidamos los vínculos que creamos para que duren en el tiempo ya que nos aportan una gran cantidad de beneficios en nuestra vida.
En muchas ocasiones nos centramos tanto en encontrar la manera adecuada de cuidar nuestras relaciones sociales, que descuidamos la relación con nosotros mismos. Dejar a un lado el propio cuidado puede tener consecuencias negativas que se reflejan en nuestro estado de ánimo, en la forma en la que reaccionamos ante las cosas que nos pasan y en las relaciones con los demás. A veces, incluso, puede ocurrir que nos sintamos tristes, inseguros o fuera de lugar y no sepamos el porqué.
La forma en la que nos relacionamos y en la que afrontamos el día a día está condicionada por nuestras creencias y pensamientos. Estas, guían nuestro comportamiento y la forma de percibir e interpretar las situaciones en las que nos desenvolvemos. Una gran parte de nuestros actos diarios son hábitos, es decir, cosas que hacemos de forma automática. Por ejemplo, cuando nos vestimos por la mañana, no necesitamos pensar cómo hacerlo, simplemente lo hacemos y ya está, es algo que tenemos automatizado. Esta forma automática de comportarnos también ocurre en las relaciones con los demás y con nosotros.
Pero, ¿de qué depende la manera en la que nos relacionamos? Una de los principales aspectos que influye es el valor que nos damos a nosotros mismos. Este valor se relaciona con el amor propio y la autoestima. Para entender mejor esta influencia, necesitamos conocer más a fondo estos dos conceptos así como la relación que hay entre ellos.
Está relacionado con el valor que nos damos y la relación que mantenemos con nosotros mismos. La valoración que hacemos de nosotros no está relacionada con los demás o con la aprobación de otras personas, sino que depende únicamente de cada uno de nosotros.
Para ello es esencial CONOCERNOS y ACEPTARNOS. El amor propio se relaciona directamente con la forma en la que nos valoramos, nos hablamos, y nos tratamos.
Si no tenemos amor propio, los hábitos que creamos nos pueden hacer sentir inseguridad, miedo, culpa, vergüenza o inferiores en relación a los demás.
En ocasiones, nos puede resultar difícil reconocer o entender por qué nos sentimos tristes o tenemos sensaciones negativas. Esto ocurre porque la causa no tiene por qué ser algo que nos ha pasado recientemente, sino que forma parte de algo mas profundo. Es esencial conocernos a nosotros mismos, conocer nuestras creencias, nuestros pensamientos más profundos que pueden ser imitantes.
El autoconocimiento nos ayuda a identificar lo que influye negativamente en nuestro amor propio y autoestima.
La autoestima está directamente relacionada con el amor propio. Esta se crea a partir de la forma en la que nos valoramos y tratamos. Nuestra autoestima es la valoración que hacemos de nosotros mismos y puede verse dañada si el valor que nos tenemos es escaso.
La autoestima es algo que debemos cuidar de forma constante para que esta sea positiva y aumente nuestro bienestar emocional.
Para un buen análisis y autoconocimiento, es necesario atender a tres tipos de creencias
Las creencias influyen la percepción de nosotros mismos y de los demás; condiciona de forma significativa nuestras relaciones. La capacidad de identificarlas y modificar aquellos aspectos que nos limitan o bloquean nos dará el conocimiento y la libertad que necesitamos.
El amor propio nos lleva a un bienestar que se refleja en las diferentes áreas de nuestra vida. Algunas claves para comenzar a construirlo pueden ser:
Trabajar el autoconocimiento nos ayuda a detectar patrones de comportamiento negativos que aumentan el malestar personal. Atender a las propias necesidades nos hará tratarnos con el cariño y cuidado que merecemos para mantener nuestro bienestar emocional.
Alba es psicóloga sanitaria y ha realizado un máster de migraciones internacionales, salud y bienestar, además de proyectos de cooperación en Senegal, con menores en riesgo de exclusión social así como talleres con refugiados e hijos víctimas de violencia de género. Trabaja como psicóloga en una ONG con niños y adolescentes en situación de vulnerabilidad dando un servicio de atención terapéutica y realizando actuaciones de sensibilización y asesoramiento para la prevención de la violencia y la promoción de la salud mental. Su misión es conseguir el bienestar de la persona, la promoción de una sociedad inclusiva e intercultural y el desarrollo integral de las personas más vulnerables.
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