Arrímate a la discapacidad: mi experiencia de diversidad

Arrímate a la discapacidad: mi experiencia de diversidad
23Sep 2023

Tengo amistades que tienen que salir del supermercado por la cantidad excesiva de estímulos: luces, música, ruidos… Por mi barrio, donde las calles son estrechas, y el ancho de la acera es minúsculo (e insuficiente para que pase una silla de ruedas), el otro día casi presencio un accidente… un camión daba una curva y se encontraba con una mujer en silla yendo en dirección contraria por la carretera. Pero ¿por dónde podría pasar si no hay más espacio? 

Nuestras ciudades aún no están preparadas para acoger a las personas que “salen de la norma”, no son un hogar seguro, imponen que la única posibilidad de existir y pertenecer a esta sociedad es cumpliendo la etiqueta de la “normalidad”. Aunque queda mucho por hacer, cada vez se invierte más en un modelo de ciudades y sociedades accesibles e inclusivas. Es importante que todas las personas tengamos consciencia de estas realidades para acelerar el proceso.

Si quieres enriquecerte de la diversidad, yo te acerco a través de mi experiencia en campamentos con personas adultas con discapacidad, ¡no dejes de leer!

El dilema con los términos: para reflexionar

Venimos de “idiotas”, “subnormales”, “minusválidas”, pasando por “discapacitadas” y llegando a “diversidad funcional”. Entre las dos últimas, está en duda cuál es el término más aceptado dentro de la comunidad.

La utilización de “personas con diversidad funcional” sigue sin ser perfectamente inclusivo, pues hay un “ellas” y “nosotras”, con un planteamiento de “la minoría vs. la mayoría”. Realmente diversidad funcional hay porque estamos “todas”, cada persona a su manera, y no porque existan dos grupos: el de las “personas diversas” y el de las “personas no-diversas”. Es importante no caer en el positivismo de que no hay una problemática y que todo se puede hacer, pero de diferente manera, porque dejar de nombrar que hay una dificultad quizá lleve a no luchar por un cambio.

Como recomendación, utilizar “persona con discapacidad” está mucho más aceptado que “discapacitada”, porque es una dificultad que la persona atraviesa, pero no algo identitario que la defina. La palabra discapacidad etimológicamente indica falta de capacidad, siendo evidente la conexión de este término con el “capacitismo”.

Capacitismo y anticapacitismo

El capacitismo es el sistema de exclusión y discriminación de estas personas basado en estereotipos. Tiene su origen en el miedo hacia ellas por no ser “normales” y en quitarles valor a sus cuerpos y mentes por no ser productivos o aptos para trabajar.

Hay todo un movimiento social anticapacitista. Te traigo algunas personas activistas con discapacidad que te cuentan mejor que yo el porqué de esta lucha:

  • No te pierdas este Podcast de RTVE con Itxi Guerra, que ha publicado el libro “Lucha contra el capacitismo” y que se define a sí misma como “tu vecina lisiada del eyeliner, las cadenas y la purpu. La pesada del capacitismo, la siesta, la ternura y la rabia”. Enlace aquí.
  • Si te apetece profundizar más, Arturo Góngora Fort toca diferentes perspectivas en esta entrevista y se define a sí mismo como una persona con carácter, crítico e inconforme. Enlace aquí.

Aprendizajes que me ha dado la experiencia

En verano, Semana Santa y Navidad me voy de vacaciones a unos campamentos como monitora de ocio y tiempo libre, acompañante y asistente de personas con discapacidad. Por aquí te dejo algunos aprendizajes que extraigo de esta bella experiencia laboral:

1. La riqueza de convivir en la diversidad

En los campamentos nos juntamos personas muy diversas entre sí, algunas que presentan neurodivergencias, algunas con movilidad reducida, congénita o adquirida, con necesidad de más o menos apoyos.

También con diferentes necesidades emocionales, intereses, pasiones, preocupaciones, fortalezas; tanto usuarios y usuarias como monitoras y monitores. Formamos un equipo, vamos a una, a que todo funcione, buscando estar a gusto… Nos regulamos y equilibramos en compañía, desde la comunicación, los cuidados y el amor.

2. Romper con los estereotipos y quitar importancia a las etiquetas o diagnósticos.  

Como ejemplo pondré el autismo. No es una enfermedad y algo de lo que se padece, no hay dos personas iguales, con los mismos síntomas, “encantadas por la varita mágica del autismo”. Es una etiqueta que se utiliza para denominar a personas que tienen una condición neurodivergente, pues su manera de funcionar se aleja de la norma.

Como el espectro es muy amplio, el estereotipo no nos ayuda ni a relacionarnos con ella positivamente ni a incluirla en el contexto social (y académico-laboral). Es importante comenzar a conocernos con la mente abierta, desde una escucha profunda…

3. La escucha profunda

Cuando no entendemos el habla de la otra persona, o no sabemos lengua de signos, o no compartimos la forma de experimentar el mundo y el espacio, la escucha se vuelve necesariamente más profunda. Las palabras pierden la fuerza de su significado y nos damos cuenta de que la comunicación puede ir más allá y que se puede aprender mucho de esta adaptación y esfuerzo mutuo. 

4. Ojo a caer en la infantilización o en la compasión/pena…

O en la sobreprotección, en quitar a otras personas la voz o la credibilidad y la importancia a su opinión, a preservar su intimidad, a tomar sus propias decisiones, a hacer lo que les apetezca cuando les apetezca… No nos otorguemos el derecho a decidir por otras personas.

5. Dependientes somos todas

Ya sea del panadero para hacerte las tostadas del desayuno o de alguien que te ayude a vestirte, no nos hace mejores o peores, más o menos válidas, más o menos “adultas”…

Esto también es una forma de quitarle importancia al pedir ayuda, dejar de vivirlo desde la vergüenza, acabar con el individualismo para normalizar esta red de interdependencias y fortalecer el apoyo mutuo. Pero este cambio de actitud viene de toda la sociedad, no es una lucha que deban librar solas las personas que necesitan más apoyo para sus tareas de la vida diaria. El resto tenemos la responsabilidad de ofrecer este apoyo desde el respeto y la humildad. 

“Ohana”

El mayor aprendizaje ha sido el de la importancia de los cuidados, entender que, con amor, paciencia y responsabilidad, podemos convivir seamos quienes seamos. Interdependemos.

El contacto con tantas personas diferentes te ofrece nuevas perspectivas, otras formas de ver y experimentar el mundo; a mí me ha cambiado la vida. Sientes intensamente, ríes, amas, lloras, te enfrentas a realidades duras, a muchas ganas de vivir y disfrutar que chocan contra los muros que pone la sociedad y que aquí se disuelven en comunidad. 

En los campamentos se crea algo mágico, una sensación de familia, de hogar. Nos compartimos y disfrutamos, nos metemos en nuestra burbuja y salimos de la rutina. Cuando estás adaptada e inmersa en este paraíso, llega el final, la vuelta a los centros, la vuelta a las casas… Aquí también nos apoyamos con abrazos y lágrimas.

Con el cuerpo lleno de amor por poder compartir esta experiencia, te invito a vivirla también y te agradezco interesarte en esta temática. ¡Hasta la próxima!

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Patricia Rivero

Patricia Rivero

Psicóloga y acompañante de personas en situación de vulnerabilidad: experiencia con menores en riesgo de exclusión social, migraciones, diversidad funcional y colectivo LGBTIQA+. Amante de todas las formas de vida, su misión es crear espacios sostenibles. Cooperante y gestora en proyectos de agroecología y protección animal. Escritora y fotógrafa en búsqueda de aprendizajes. “Cualquier momento es bueno para la ternura”.

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