Life’s most persistent and urgent question is, What are you doing for others?
Martin Luther King
En línea con los artículos de ¿Cuál es mi rol en el mundo? I y ¿Cuál es mi rol en el mundo? II, me gustaría hacer un pequeño paréntesis y contaros hazañas de ser humano de esas que dan esperanza y de que demuestran como la conciencia social, y el “trabajo en equipo” en todos los eslabones de la sociedad puede acabar hasta con la mayor catástrofe (si depende de nuestro comportamiento, claro).
¿Cuántas veces has visto en la televisión o leído en los periódicos los grandes problemas como el COVID-19 o el cambio climático y has pensado: uf, si es que yo puedo reciclar pero, ¿quién so reciclando si el resto de los 8 mil millones de personas hacen lo que quieren?
Esa actitud es normal e incluso frustra. De todo esto iban los artículos anteriores. Sin embargo, hoy te quiero contar un par de historias que a lo mejor no sabías y que seguro te sacan una sonrisa o te traen algo de esperanza. ¡Empezamos!
En 2018, Ciudad de Cabo (En Sudáfrica) y sus alrededores encadenaron varios meses de una sequía sin precedente que hizo que los niveles de agua de las presas de la región estuvieran a un nivel crítico (¡en torno a algo menos del 10%!).
El 1 de febrero de 2018, el Gobierno decretó “El Día cero” como el día en el que la ciudad se quedaría (al ritmo al que consumían habitualmente sus ciudadanos) sin suministro de agua. Fecharon en el 22 de abril de ese mismo año como el día en que los ciudadanos de Ciudad del Cabo abrirían los grifos de su casa y no saldría nada.
Pero, llevados por el instinto de supervivencia, gobierno y sociedad trabajaron conjuntamente para tratar de retrasar lo máximo posible el día cero. El gobierno impuso medidas drásticas, como limitar a 50 litros de agua al día por ciudadano y obligar a que las casas se pusieran contadores de agua. Para que lo sepas, tirar de la cadena son nueve litros de agua y una ducha de solo dos minutos ¡son 20 litros!
De la noche a la mañana, los habitantes de ciudad del Cabo, concienciados del problema, se pusieron manos a la obra: cantantes y artistas sudafricanos versionaron sus canciones en las que alentaban a la población al uso responsable del agua, se hicieron movimientos virales en redes sociales sobre como ahorrar agua, ducharse con lo mínimo o como hacer que la ropa dure más limpia y sin olor.
Poco a poco y con el esfuerzo de muchos se fue retrasando la fecha en la que Ciudad del Cabo se quedaría seca: 11 de mayo, 4 de junio y finalmente 9 de julio. Llegó la primera semana del séptimo mes de 2018 y el gobierno municipal anunció el milagro: habían conseguido evitar la catástrofe.
En apenas medio año la ciudad redujo su consumo a la mitad. Los agricultores cedieron sus reservas para abastecer a la población durante un mes y finalmente, con el invierno sudafricano llegaron las ansiadas lluvias. El alcalde de la ciudad llegó a reconocer en una rueda de prensa: “El Día Cero ha sido lo mejor que le ha pasado a Ciudad del Cabo y a toda Sudáfrica”.
La ciudad combinó durante meses estrategias de concienciación de la población junto con medidas de restricción. Por un lado, aplicó la ley, y por otro, se las ingenió con creatividad, apelando a la conciencia social y un objetivo común para lograr vencer aquella catástrofe. ¿Algo así podría funcionar con los grandes problemas del siglo XXI? Te dejo que reflexiones, porque yo aun sigo en ello…
Quizá sois algo jóvenes para tener presente este problema como lo podemos tener generaciones un poco más mayores, pero el problema de la capa de ozono fue algo que caló y mucho en nuestra sociedad.
En la década de los 90 y sobre todo a principios de los 2000, varios estudios científicos alertaron de la existencia de un agujero en la capa de ozono (una de las capas de la atmósfera), a la altura de la Antártida, de más de 30 millones de kilómetros cuadrados, ¡tres veces la extensión de EE.UU.!
Este agujero era causado por unas sustancias químicas llamadas comúnmente aerosoles, que están presentes en desodorantes o lacas para el pelo, y que son capaces de destruir las moléculas (que son tres átomos de oxígeno juntos). Por terminar la brevísima explicación científica (y siento si hay algún lector enterado del tema si he sido demasiado escueto y sencillo), la capa de ozono es la encargada de parar los rayos UV del Solm, que son digamos lo más nocivos para la vida en la Tierra (así grosso modo).
La conciencia sobre la gravedad del problema condujo a la aprobación del Tratado de Montreal, que entró en vigor en 1989. Este tratado era un acuerdo entre todos los países del mundo (excepto alguno que no quiero nombrar que se mantuvo al margen) para poner restricciones a los productos que tuvieran estos compuestos químicos que destruían el ozono.
Si todo sigue como hasta ahora, dentro de 40 años la capa de ozono se habrá recuperado totalmente y la acción concertada mundial habrá contribuido además a mitigar en 0,5 grados centígrados el calentamiento global.
Como ves, ha habido momentos en la historia más reciente del ser humano en la que buenas políticas aplicadas en momentos adecuados y en concordancia con las necesidad de la población y del entorno, junto el despertar de la conciencia social para perseguir un objetivo común, han hecho que hayamos sido capaces de cosas extraordinarias. Así que, ¿Por qué no pensar que esto puede pasar con los grandes problemas del siglo XXI? Si al final la solución va a ser ponerse…
Apasionado por viajar, las culturas y las personas, Sergio es un ingeniero con experiencia en proyectos de cooperación internacional y de impacto social en comunidades por África y América Latina. Trabaja como coordinador de un proyecto de educación en África, ha fundado una ONG que trabaja con jóvenes activistas y ha montado una startup de movilidad sostenible.