La manera que tenemos de relacionarnos con los demás va a determinar el tipo de vínculo que establecemos con ellos, pudiendo ser más sano o menos.
Nuestras experiencias y aprendizajes pasados van a influir significativamente en nuestros patrones de conducta y, muchos de ellos, lo van hacer de forma inconsciente. Llega un punto en el que tenemos tan interiorizada nuestra manera de entender las relaciones y nuestros comportamientos, que actuamos casi de forma automática. Esto hace que no cuestionemos nada de lo que hacemos llegando incluso a decir o hacer cosas incoherentes entre sí.
Uno de estos patrones de conducta que se pueden dar, tanto consciente como inconscientemente, es la manipulación. Es una forma de control que consiste en modificar los comportamientos, sentimientos o pensamientos de la otra persona sin que esta se de cuenta. Lo que se consigue es anular a la otra persona, dejándola sin capacidad de decisión o de crítica.
Es natural pensar que algo así no nos va pasar a nosotros ya que nos daríamos cuenta de que nuestra pareja nos está intentando cambiar o manejar a su antojo. Sin embargo, ocurre, y es más frecuente de lo que pensamos.
La persona que manipula lo hace de una manera tan inteligente y sutil que apenas se puede apreciar, ya que utiliza estrategias para que las cosas que nos dice parezcan todo lo contrario; maquilla y adorna sus palabras para que parezcan gestos de cariño o preocupación. También tiene en cuenta los puntos débiles de la persona manipulada, los cuales utiliza para ganar terreno.
Esta manipulación va creando poco a poco una dependencia emocional en la otra persona, enganchándola con sus “muestras de amor” y generando un desequilibrio de poder a su favor.
Tienes que estudiar 4 horas por la tarde y a las 20:00 has quedado con tus amigas. Esa mañana la has pasado con tu pareja haciendo varias cosas. Después de comer, cuando te dispones a estudiar tu pareja te habla por whatsapp para veros y tú le explicas el motivo por el cual no puedes.
Acto seguido recibes los siguientes mensajes vía whatsapp:
1. “Si organizas tu tiempo de otra manera, quedando más tarde con tus amigos, podríamos pasar más tiempo juntos” MANIPULACIÓN
2. “Ya sabes que estos días estoy de bajón y te necesito” CHANTAJE EMOCIONAL
3. “Aunque entiendo que te apetezca verlos, con ellos te lo pasarás mejor que conmigo ya que no estoy en mi mejor momento” VICTIMISMO
4. “Si tienes tanto que estudiar mejor deja el móvil y aprovecha, que estás en línea todo el rato” CONTROL5. “Pero bueno, tú haz lo que quieras” MANIPULACIÓN
A simple vista, estos mensajes reflejan una reacción normal en un momento determinado en el que una de las partes de la pareja propone pasar tiempo con la otra. La persona que manipula utiliza estas estrategias para poder conseguir lo que quiere ya que los mensajes se pueden interpretar de la siguiente manera:
Sin embargo, si nos paramos a analizar estos mensajes, podemos observar el abuso emocional que se esconde detrás de cada uno de ellos.
Esto supone para la víctima una distorsión mental, ya que se ve envuelta en una relación en la que actúa a merced de otra persona sin darse cuenta, debido a que el vínculo emocional que existe entre ambos le impide ver la situación con objetividad.
Como mencioné anteriormente, es muy difícil identificar a una persona manipuladora ya que utiliza estrategias de diversa índole para poder conseguir lo que quiere. Además, la mayoría de estas manipulaciones, sobre todo al principio de la relación, vienen camufladas en forma de afecto, cuidado, atención, alabanzas, etc., lo cual acelera el progreso de la relación, creando sensaciones de amor en la otra persona. De esta manera consigue que la pareja se sienta a gusto, que quiera pasar más tiempo con él, que le guste escucharlo y que tenga en cuenta su opinión por encima de las demás, e incluso de la propia.
Yo como víctima. Es fundamental tener claro que para que una relación sea sana tenemos derecho a decir NO sin sentirnos culpables. Al igual que tenemos derecho a organizar y hacer planes fuera de la pareja sin sentirnos culpables, pudiendo establecer nuestras prioridades sin que se nos cuestione.
Yo como maltratador. Es fundamental tener claro que para construir relaciones sanas no podemos hacer que la gente actúe como nosotros queremos, haciéndoles sentir mal y no respetando los espacios. Podemos parar y tomarnos tiempo para buscar la manera más adecuada de relacionarnos así como escuchar y respetar las decisiones de nuestra pareja. Es imprescindible aceptar que no siempre las cosas van a salir como nosotros queremos.
Alba es psicóloga sanitaria y ha realizado un máster de migraciones internacionales, salud y bienestar, además de proyectos de cooperación en Senegal, con menores en riesgo de exclusión social así como talleres con refugiados e hijos víctimas de violencia de género. Trabaja como psicóloga en una ONG con niños y adolescentes en situación de vulnerabilidad dando un servicio de atención terapéutica y realizando actuaciones de sensibilización y asesoramiento para la prevención de la violencia y la promoción de la salud mental. Su misión es conseguir el bienestar de la persona, la promoción de una sociedad inclusiva e intercultural y el desarrollo integral de las personas más vulnerables.