En ocasiones, en los vínculos que establecemos con los demás, podemos sentir que la relación está en peligro y perdemos la percepción de seguridad hacia la misma.
Esta sensación de inseguridad puede provenir de nuestro estilo de apego o de la relación per se y, según de donde venga, la manera de afrontarla va a ser diferente.
– Estilo de apego: Hace referencia a la manera en la que nos relacionamos con nuestra pareja. En este caso, sería desde la inseguridad y percibiremos situaciones de riesgo con mayor probabilidad y frecuencia. Aquí el trabajo que debemos realizar es más personal.
– Relación per se: Se refiere a la seguridad que nos proporciona el vínculo que hemos creado, es decir, se produce cuando nos vemos envueltos en una relación insegura que nos genera malestar. Aquí es necesario un trabajo conjunto con nuestra pareja para ver si podemos llegar a un equilibrio para que ambas partes se sientan bien.
El apego inseguro en las relaciones es algo que se puede trabajar. Sin embargo, esto puede ser un arma de doble filo ya que cuando nos sentimos inseguros en la relación, buscamos el trabajo personal para hacer que esta funcione. Llevar a cabo un trabajo personal es esencial, tanto para nuestro bienestar como para el de las relaciones que establecemos, pero a veces, no todo depende de ello.
Cuando la relación no es consistente nuestras alarmas internas se van a activar, indicando que algo no va bien. Esto no quiere decir que el foco de trabajo esté completamente en nosotros. Si la relación que tenemos es inconsistente, intentar cambiarnos a nosotros no va a servir de nada; vamos a terminar luchando contra nosotros mismos, la situación seguirá igual y no veremos resultados. Esto nos va a crear sensaciones negativas que pueden resultar muy dañinas (frustración, ansiedad, sentimiento de inferioridad…).
No todo lo que ocurre en nuestra relación depende de nosotros
Cuando la otra persona es incoherente con nosotros o con la relación y recibimos una de cal y otra de arena, el trabajo estará en ser conscientes de que ocurre esto para poder tomar decisiones adecuadas. Por ello, a veces, el trabajo está en saber interpretar conductas o relaciones ambivalentes, para poder tomar decisiones con las que nos cuidemos.
Muchas veces nos empeñamos en modificar nuestras sensaciones o la forma en la que entendemos las cosas para poder sentirnos bien ante situaciones que nos producen malestar. El hecho de querer aprender a tolerar o estar bien con una relación que no nos proporciona seguridad, solo nos aleja del bienestar y de una relación sana. Veamos un ejemplo:
“Nunca soy la prioridad de mi pareja, soy su segunda opción” Si se da esta situación, y nosotros, que necesitamos todo lo contrario, ponemos nuestra energía en aceptarlo y sentirnos bien con esto, no nos estaremos cuidando ni respetando. En este ejemplo no encontramos la seguridad emocional que debemos sentir con nuestra pareja. ¡Ojo! Esto no quiere decir que tengamos que estar 24 horas juntos sin tener espacio para nada más. Lo sano es encontrar un equilibrio (familia, pareja, amigos, trabajo, etc.) donde haya responsabilidad afectiva con los demás y con uno mismo.
Entonces, ¿por qué luchamos contra nosotros mismos en vez de aceptar que no es ahí donde debemos quedarnos?
Cuando hay alguna situación en nuestra relación que no nos cuadra o que nos genera inseguridad, la elección de hacer un trabajo interno para que funcione nos proporciona control. El hecho de pensar que la continuidad de la relación depende de un cambio personal, motiva al cambio y a querer aceptar ciertas situaciones dañinas; sentimos que somos nosotros los que podemos salvar la relación y, este poder, nos tranquiliza. Visto así, tiene todo el sentido del mundo; si conseguimos que ciertas situaciones no nos afecten gracias a un trabajo interior, conseguiremos mantener nuestro vínculo y evitaremos aquello que nos da miedo: el fin de nuestra relación.
Vamos a paramos un momento a reflexionar en todo esto y en algunas situaciones que podríamos experimentar y con las que nos gustaría sentirnos bien:
“Mi pareja no me habla en días sin motivo alguno”
“Cuando comparto mis emociones, las invalida”
“Nunca está cuando le necesito”
Es importante ser conscientes de la incoherencia que supone querer sentirnos bien con estas conductas por parte de nuestra pareja hacia nosotros. Las emociones vienen para decirnos algo, para transmitirnos un mensaje y, en esta ocasión, está claro: si mi relación me proporciona inseguridad, eso es lo que tengo que sentir.
Por mucho que pongamos toda nuestra energía en un trabajo con nosotros mismos, si la relación no nos da la seguridad que necesitamos, las emociones y sensaciones negativas seguirán estando, intentando decirnos algo para que reaccionemos.
Esto no quiere decir que el trabajo personal sea innecesario, todo lo contrario, la autocrítica, parar a observarnos y trabajar interiormente es imprescindible, pero hacerlo dentro de los límites en los que nos respetamos y en donde valoramos de forma objetiva el nivel de seguridad que nos da el vínculo con nuestra pareja.
Alba es psicóloga sanitaria y ha realizado un máster de migraciones internacionales, salud y bienestar, además de proyectos de cooperación en Senegal, con menores en riesgo de exclusión social así como talleres con refugiados e hijos víctimas de violencia de género. Trabaja como psicóloga en una ONG con niños y adolescentes en situación de vulnerabilidad dando un servicio de atención terapéutica y realizando actuaciones de sensibilización y asesoramiento para la prevención de la violencia y la promoción de la salud mental. Su misión es conseguir el bienestar de la persona, la promoción de una sociedad inclusiva e intercultural y el desarrollo integral de las personas más vulnerables.