Cuando nos preguntan sobre cómo sería nuestra relación ideal o sobre las cualidades que buscamos en una pareja, en la mayoría de las respuestas encontraríamos la palabra “confianza” o “fidelidad”.
A día de hoy, una de las cosas que más se relacionan con las infidelidades son las redes sociales, al estimular la desconfianza por la facilidad que dan para relacionarse con otras personas y “caer en la tentación” por muy pequeña que sea. Esto puede suponer una repercusión directa en nuestra tranquilidad; aumenta el nivel de alerta y daña nuestra relación.
Uno de los motivos más comunes de discusión y que dañan nuestras relaciones es la desconfianza o los celos. Esa sensación de incertidumbre, el hecho de estar en alerta continua o ese intento de controlarlo todo genera un malestar que se prolonga en el tiempo y puede acabar convirtiéndose en ansiedad.
Crear una relación sobre una base de confianza es fundamental y, para ello, es imprescindible que sintamos que nuestra pareja es de fiar y que exista una confianza mutua.
El hecho de querer tenerlo todo bajo control, consciente o inconscientemente, es algo común. La incertidumbre nos causa rechazo, el no saber que pasará, el no tener un plan sobre cómo actuar. Por eso, las personas nos anticipamos, buscamos soluciones a priori para estar tranquilas ante lo que está por venir, a pesar de ser cosas que no sabemos si pasarán.
Esto también ocurre en las relaciones; la intranquilidad o el miedo a que la relación pueda terminar, nos lleva a realizar conductas de control, dejándonos llevar por nuestras inseguridades.
Cada día llegan a nuestra mente pensamientos automáticos que no podemos controlar y que nos van a crear la necesidad de hacer comprobaciones para poder estar “tranquilos”. En este caso, el pensamiento podría ser “Me va a engañar con otro” o “Seguro que está tonteando con alguien” y, a partir de ahí, toda nuestra atención empieza a girar en torno a ese pensamiento haciéndolo cada vez más y más grande hasta el punto de creérnoslo y necesitar pruebas de que eso no es así.
Así llegan las conductas de comprobación, mediante las cuales pedimos pruebas o muestras de cariño extra para poder calmar nuestro malestar y cerciorarnos de que todo está bien. Sin embargo, algo que parece una solución, a largo plazo no lo es; calma nuestra sensación negativa inmediata, pero cuando vuelva a venir un pensamiento así, pasará lo mismo y cada vez estaremos más obsesionados con el control y necesitaremos hacer más comprobaciones. De esta manera entraremos en un bucle de malestar para nosotros, nuestra pareja y la relación.
Los pensamientos automáticos, como su nombre indica, son espontáneos e involuntarios; llegan sin previo aviso. No podemos controlar que aparezcan o no, sin embargo, la cantidad que nos venga si depende de nuestra paz interior o de nuestras inseguridades.
A pesar de no poder controlar que este tipo de pensamientos llegue a nuestra mente o no, si que podemos controlar el valor que le damos. Es decir, cuando el pensamiento llega, podemos, por una parte, creérnoslo, darle la oportunidad de quedarse y recrearnos en él. Con esto lo haremos más grande y aumentaremos nuestra desconfianza e intranquilidad.
Por otro lado, cuando ese pensamiento llega, podemos observarlo, sin darle ningún tipo de valor, siendo conscientes de que es algo que nuestra mente se está inventando y desvinculándonos de él. Así, el pensamiento igual que llega se va al no darle ningún tipo de credibilidad.
No es fácil conseguir esto ya que requiere consciencia y trabajo, pero saber lo que ocurre y cómo funciona nuestra mente, nos va a ayudar gestionar poco a poco esos impulsos de control para poder actuar de forma coherente. Nuestra mente va a intentar sabotearnos a lo largo de nuestra vida y necesitamos tener herramientas para poder reaccionar de forma sana ante determinadas situaciones.
Tenemos que tener presente que por mucho que creamos que controlamos una situación, no es así. No podemos predecir el futuro ni saber con certeza lo que va a pasar. Sí es cierto que más o menos podemos tener una idea de cómo se pueden desarrollar las cosas, debido a experiencias previas, pero eso no nos asegura que vayan ocurrir de esa manera.
Con las conductas de comprobación de las que hablábamos antes no vamos a evitar una infidelidad. Si nuestra pareja quiere engañarnos, lo va a hacer, por mucho que nos esforcemos en evitarlo o le pidamos que nos asegure que eso no va a pasar.
Es innecesario invertir nuestra energía en esto; no vamos a disminuir las probabilidades de que las cosas pasen. De hecho vamos a propiciar lo contrario; vamos a crear un desgaste emocional en nosotros y en nuestra pareja que sí pueden acabar con la relación. El falso control que llevamos a cabo con el objetivo de que las cosas vayan bien, tiene el efecto contrario.
Lo mejor que puedes hacerle sentir a alguien es paz
Elisabeth Clapés
No podemos obligar a nadie a sernos leales. Eso es un acuerdo que se llega por ambas partes y cada uno tiene la responsabilidad de cumplir su palabra. Por ello, si una persona va a engañarnos o quiere hacerlo, que lo haga y así no perderemos el tiempo con alguien que no nos respeta ni cuida nuestra relación.
No perdamos nuestra paz y tranquilidad por algo que no sabemos si va a ocurrir. Al igual que no sabemos lo que puede pasar, tampoco sabemos cuál va a ser nuestra reacción; tendemos a pensar que las cosas van a ser más dramáticas de lo que luego realmente son.
Es innecesario preocuparse dos veces por algo, es decir, antes y después de que ocurra (si es que al final termina sucediendo). Y si no ocurre nos habremos preocupado por algo que no existe. Así que, si hay algo que tenga que pasar, cuando pase, ese será el momento de sentirlo y gestionarlo, mientras tanto vivamos lo único de lo que estamos seguros: el ahora.
Cuanto más capaz seas de valorar y aceptar el ahora, más libre estarás del dolor y del sufrimiento
Eckhart Tolle (El poder del Ahora)
Alba es psicóloga sanitaria y ha realizado un máster de migraciones internacionales, salud y bienestar, además de proyectos de cooperación en Senegal, con menores en riesgo de exclusión social así como talleres con refugiados e hijos víctimas de violencia de género. Trabaja como psicóloga en una ONG con niños y adolescentes en situación de vulnerabilidad dando un servicio de atención terapéutica y realizando actuaciones de sensibilización y asesoramiento para la prevención de la violencia y la promoción de la salud mental. Su misión es conseguir el bienestar de la persona, la promoción de una sociedad inclusiva e intercultural y el desarrollo integral de las personas más vulnerables.