En muchas ocasiones, dejamos que una emoción se vaya haciendo más grande cuando no la gestionamos a tiempo. Podemos por ejemplo, sentir rabia cuando algo no nos parece justo. Si eso ocurre y no lo gestiono o expreso, puede llegar a acumularse en nuestro interior.
Cuando elegimos no gestionar nuestras emociones, es como que si se fuera llenando el vaso y, en algún momento, va a derramar. El problema de dejar que esto suceda es que podemos caer en responder de forma no proporcional ante una realidad, que nuestro comportamiento sea inapropiado y “paguemos” con otra persona todo lo que no hemos expresado antes.
Para no llegar a ese extremo, una técnica de gestión emocional que puedes llevar a cabo es tener un diario de emociones.
Cada día puedes dedicar unos minutos en la mañana o en la noche para escribir cómo te sientes, qué emociones han aparecido, qué hay dentro de ti…
¿Te animas a probarlo?
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