Como si de la piedra filosofal se tratase, todo el mundo busca la fórmula de la eterna juventud o al menos (y con esto estoy más de acuerdo), de estirar la longevidad para tener una vida más larga pero lo más plena y saludable posible.
Con este objetivo y movidos por la curiosidad, dos científicos, Gianni Pes, un médico italiano y Michel Poulain, un demógrafo belga, se propusieron hacer un estudio demográfico para encontrar zonas en el mundo donde la gente viviera más de lo habitual. Con este objetivo empezaron por lo más sencillo: abrir un mapa y empezar a estudiar sus propios países.
Los dos investigadores fueron marcando con un rotulador azul (de ahí su nombre) sobre ese mapa los pueblos en los que encontraban que sus habitantes superaran el siglo de vida. A los pocos días descubrieron que una zona en el centro de la Isla de Cerdeña (Italia) destacaba por encima del resto. 1 de cada 196 personas había nacido entre 1890 y 1890… es decir, ¡tenían más de 100 años! Y lo más sorprendente es que la gran mayoría de los casos ¡lo hacían en estupendas condiciones de vida! Seguían trabajando en el campo, caminando a todas partes y jugando con sus… ¿tataranietos?
Ambos publicaron su estudio en una importante revista demográfica, algo que llamó la atención del periodista Dan Buettner. ¿Y si Cerdeña no fuera la única Zona Azul del mundo? Dicho y hecho, decidió ponerse a investigar para tratar de saber si había lugares similares en el planeta, además de intentar descubrir el por qué de su longevidad.
De la mano de National Geographic, Buettner comenzó a trabajar con la intención de hallar nuevas regiones en las que vivir más de un siglo en buenas condiciones de salud fuera bastante común. Cuál fue su sorpresa cuando, tras varios meses de investigación, consiguió encontrar otros cuatro lugares en el mundo con características similares: Okinawa (Japón), la Península de Nicoya (Costa Rica), la Isla de Icaria (Grecia) y Loma Linda (California).
En todos estos lugares hay un alto porcentaje de personas longevas, y cada área tiene las características específicas que se relacionan con esa condición.
En la región de Barbaglia, situada en las montañas de Cerdeña, se encuentra la mayor concentración de centenarios del mundo. La isla de Okinawa está habitada por las mujeres más ancianas de la Tierra. Icaria, una isla griega, tiene una población longeva con los niveles más bajos de demencia senil. Loma Linda es el hogar de una comunidad de adventistas del séptimo día (Iglesia cristiana protestante a la que pertenecen actualmente unos 18 millones de personas en el mundo) cuya esperanza de vida es 10 años superior a la media en los Estados Unidos. Y en Nicoya (Costa Rica) podemos encontrar la segunda comunidad de centenarios más grande del mundo.
El Estudio publicado por Dan Buettner en el National Geographic ha sido uno de los fascículos más vendidos de la historia de la revista. El título de portada se llamaba: Los secretos para vivir más.
Pero, ¿qué pueden tener en común 5 lugares en el mundo para que sus habitantes vivan más de 100 años? ¿Cuál es el extraño hilo conductor entre cinco poblaciones repartidas por el mundo?
Tras esta publicación de National Geographic, un grupo de especialistas compuestos por médicos, demográfos, nutricionistas y antropólogos viajaron varias veces a estas zonas azules para observar a sus comunidades, aprender de sus costumbres y entender cual era el secreto para tener una vida más larga y sobretodo llegar al siglo de vida de una forma plena y saludable.
Pronto consiguieron hallar una serie de factores comunes que se repetían en las cinco Zonas Azules del mundo.
Sorprendentemente, en estas comunidades no hacen deporte, o al menos no como lo tenemos entendido en nuestra sociedad. Nos pasamos horas sentados frente al ordenador, sentados en clase, tumbados en el sofá…y nos creemos que hacer una hora de deporte muy intenso al día hace balance con el resto de horas sin actividad.
Sin embargo, en estas zonas, el movimiento constante y la actividad física son parte de su día a día. Caminan mucho, levantan y mueven cosas, trabajan en el campo y pasan poco tiempo sentados o viendo la tele. Quizá aquí con nuestros estilos de vida es difícil, pero te animo a probar pequeñas pausas de actividad física en tu día a día: levantarte de la mesa en un descanso para estirar, hacer unos segundos en posición de sentadilla o de plancha, o hacer algo de yoga matutino antes de empezar al día. Estar en armonía con tu cuerpo te ayudará a sacarle mejor partido a tus días.
Todas estas comunidades están caracterizadas por cultivar su espiritualidad a través de mucho contacto con la naturaleza, con sus antepasados o con creencias religiosas. Dedican espacio y tiempo concienzudamente a vivir la fe en comunidad. Visitan su templo, comparten tradiciones, agradecen, celebran…
Prestan mucha atención a su cuerpo, su mente y su espíritu y ¡siempre lo hacen en comunidad y armonía con su entorno!
Continuo aprecio y contacto con la naturaleza es un ingrediente principal y común en todas estas zonas. De hecho, la esperanza de vida del ser humano es mayor en zonas rurales que en zonas urbanas (por supuesto considerando que el acceso a agua potable, alimentos y sanidad están garantizados).
Dieta basada en plantas, llena de verduras de mucho color. Pero mas importante de lo que comen, es como lo comen. Aprecian la comida porque entienden, comprenden e incluso agradecen el proceso que ha hecho que el alimento llegue a su plato. Esa conexión permite tener una mayor sintonía y armonía con la comida, y no sentirla como un mero trámite para seguir con nuestra vida o como algo de lo que abusar.
De hecho, hay estudios que demuestran que el estado psicológico y emocional en el que te encuentras al ingerir los alimentos influye en tu forma de absorber los nutrientes y digerir lo que has comido. Comer con las manos, al sol o comiendo cosas frescas y jugosas despiertan en nosotros energías, conexiones neuronales y procesos muy importantes para el desarrollo del cuerpo, la mente y nuestras células.
El sentimiento de pertenencia es uno de las emociones mas reconfortantes y placenteras que tiene el ser humano. En estas comunidades se vive bien en todas las etapas de la vida: los jóvenes son educados con dedicación, los viejos son cuidados con amor y las relaciones familiares son fuertes y prioritarias. En estos lugares dedican mucho tiempo e importancia a la familia, a cuidarla y a pasar tiempo de calidad con ella.
Además, por ejemplo en la pequeña población de Cerdeña, en Italia, cuanto más viejo eres, más sabio y mejor reconocido estás dentro de la comunidad. Los ancianos son respetados, reverenciados. Son una parte vital de la sociedad. Viven en ámbitos familiares, rodeados de afecto y de atención. De esta forma las personas ancianas se sienten arropadas y queridas y esto les ayuda a vivir muchos más años.
Todas estas culturas saben como configurar su vida de una manera adecuada para tener una actitud positiva. Cada una de estas culturas dedica tiempo para reducir el ritmo de vida diaria. Rezar, venerar a los antepasados, contemplar y admirar la naturaleza…
Porque cuando tienes prisa o estas estresado se desencadena algo que se conoce como “estado inflamatorio”, tu cuerpo está en alerta, malgastando energía y destruyendo células. Sin embargo, la paz, la calma y la tranquilidad generan una respuesta “anti-inflamatoria” que podría ser algo así como un estado físico de bienestar que alivia, que cura, que sana.
Además de vivir de una manera consciente, relajada y en conexión con el cuerpo y la naturaleza, en todas estas comunidades destaca algo que en japonés es conocido como “ikigai”. El término se puede traducir como propósitos de vida. Pero se explica mucho mejor si se escucha la definición que los mismos japoneses hacen: El Ikigai es el motivo, “la razón por la que te despiertas cada mañana”.
Cuando tu vida tiene un sentido y tienes una razón por la que despertar cada mañana, la energía que dedicas a las tareas del día a día cambia. En esta comunidad japonesa no se busca tener una misión de vida como cambiar el mundo o eliminar la pobreza, les basta con saber que es lo que les mueve y vivir acorde a ello.
Para terminar, os dejo una charla TED muy interesante del mismo Dan Buettner explicando su viaje por esos lugares que le permitió redactar el famoso número super vendido de National Geographic.
Quien sabe si todo esto es pura casualidad o tiene sentido de verdad. Pero por si acaso tiene algo de razón, ¿Te animas a llevar una vida sana, sabia, consciente y en conexión contigo y con tu entorno?
Apasionado por viajar, las culturas y las personas, Sergio es un ingeniero con experiencia en proyectos de cooperación internacional y de impacto social en comunidades por África y América Latina. Trabaja como coordinador de un proyecto de educación en África, ha fundado una ONG que trabaja con jóvenes activistas y ha montado una startup de movilidad sostenible.