¿En qué facetas de tu vida piensas que actúas con responsabilidad? Reflexiona y anota mentalmente cómo te comportas: en tu entorno familiar, en tu puesto de trabajo, en tu contexto académico, con tus relaciones personales, en la convivencia doméstica, en la relación que estableces contigo mismo o como ciudadano en tu comunidad, para pensar que en estas áreas estás siendo responsable. Al final del artículo lo retomaremos.
Abordar lo que es responsabilidad, y poder responder a la pregunta inicial, no es tan sencillo. Es un concepto amplio y con varias vertientes. Solo en nuestro diccionario encontramos definiciones muy diversas:
Otros apuntes generalizados sobre esta cualidad son:
La responsabilidad suele ser considerada como un valor y como uno de los principios humanos más significativos. Puede manifestarse en cualquier ámbito en los que actúa el individuo, ya sea, familiar, afectivo, laboral, político, jurídico, entre otros. Los padres son responsables cuando cuidan de sus hijos, un alumno es responsable cuando estudia para los exámenes, un ciudadano es responsable con su entorno y el medio ambiente cuando practica el bien común y la sostenibilidad. Una pareja lo puede ser con relación a sus acuerdos afectivos, un consumidor también puede elegir la responsabilidad en sus hábitos, un político ejerce sus responsabilidades cuando trabaja en el cumplimiento de sus promesas electorales, por citar algunos ejemplos.
Desde el punto de vista de la educación emocional, en el que nos centraremos, la responsabilidad nos aporta autonomía, capacidad para la autogestión personal. Es la competencia emocional que nos ayuda a responder (del latín responsum) frente a nuestros propios actos. La responsabilidad de uno mismo conlleva hacerse cargo, no solo de los comportamientos que llevamos a cabo, sino también de aquello que pensamos y sentimos. Por ello, para tomar decisiones responsables es importante el autoconocimiento.
Intención de implicarse en comportamientos seguros, saludables y éticos
Rafael Bisquerra, pedagogo y psicólogo
Una manera fácil de saber si nuestra respuesta frente a una situación es (o no) responsable pasa por detectar algunas creencias erróneas que solemos tener al respecto. Observar lo que suponemos equivocadamente como responsabilidad nos puede ayudar a mejorar nuestra habilidad de responder.
Una manera fácil de saber si nuestra respuesta frente a una situación es (o no) responsable pasa por detectar algunas creencias erróneas que solemos tener al respecto. Observar lo que suponemos equivocadamente como responsabilidad nos puede ayudar a mejorar nuestra habilidad de responder.
Al tráfico, al jefe, al profesor, a los padres, al sistema, al tiempo, al ruido… ¿A quién o a qué sueles culpar cuando no consigues lo que quieres? Una forma muy extendida de evitar responsabilizarnos es buscar culpables ajenos. Mirar hacia fuera, y confundir culpa con responsabilidad, puede limitar nuestra autonomía emocional y paralizar la búsqueda de soluciones. No se trata de negar los factores que hayan causado el resultado no deseado, ni de culparnos a nosotros mismos de todo en contraposición, sino de movilizarnos y responder frente a lo sucedido en la medida que podamos.
Tengo que… limpiar, estudiar, trabajar, asistir, pagar, cuidar, hacer deporte. ¿Cuántas veces has sentido que una responsabilidad se convierte en una carga? Si pesa, si supone un esfuerzo enorme, es momento de recordar, y preguntarnos, ¿para qué lo hago?, ¿cuál es el propósito de mi acción?
¿En qué momentos usas la responsabilidad para ejercer tu control o manipulación sobre los demás? Si no lo hago yo, no lo hace nadie. En ocasiones nos alzamos como “super responsables” actuando, decidiendo o respondiendo cuando no nos corresponde. De esta forma, suprimimos el aprendizaje ajeno, bloqueamos la autonomía de los demás e imponemos nuestro criterio. Ser responsables no es hacerse cargo de las responsabilidades de los demás cuando no lo necesitan.
¿Cuántas veces haces muchas cosas por hacer? A menudo creemos que hacer todo lo que podamos, estar en movimiento o no parar, es ser muy responsable. Pero la acción sin dirección no es responsabilidad.
¿En qué situación o momento sientes que todo te sucede a ti? El mundo conspira en mi contra. Vernos como el efecto inevitable y no como la causa posible, frente a cualquier estímulo que requiera de una respuesta, nos lleva a victimizarnos y, de nuevo, evita que nos pongamos en acción. ¿Qué podría haber hecho diferente?, ¿qué puedo hacer, sentir o pensar ahora al respecto?
Basándonos en estas creencias limitantes sobre la responsabilidad, ¿qué responderías a la pregunta inicial? Si alguna de estas suposiciones erróneas te ha hecho reflexionar sobre tu capacidad para responder o si encuentras que tu manera de hacerte cargo en algún área de tu vida no te parece ahora tan responsable, te invitamos a compartirlo con nosotros.
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